Cuando esto sucede, es importante cuidar todos los aspectos que conforman el proyecto, buscando crear un espacio armónico, útil, cómodo para el usuario pero que no descuide tampoco el aspecto visual, siempre un valor añadido de cara a potenciales clientes que pasen por esas oficinas o almacenes.
Por eso, uno de los últimos detalles que entran en juego en un complejo arquitectónico y que, sin embargo, suelen quedarse en lo funcional son las puertas. Contar con referentes en puertas automáticas y control de accesos es básico si se quiere crear un espacio limpio y coherente.
A la hora de pensar cómo encajar las puertas en una propuesta arquitectónica existen dos maneras de hacerlo. La primera es proyectar desde el primer momento el conjunto, haciendo de la estética un todo, algo que, probablemente, ahorrará tiempo más adelante. La otra manera es trabajar el diseño de las puertas una vez ya está acabado todo lo demás. Esto puede deberse a que el edificio, por ejemplo, sufra una renovación y, por tanto, se quieran cambiar los elementos que ya lo integran.
Sea cual sea la manera en la que se hace, el primer paso siempre es identificar cuáles son las necesidades que el empresario tiene que satisfacer. Para ello es buena idea hacer una pequeña lista de prioridades y requisitos a cumplir. ¿Se necesita algún tipo de control de accesos? ¿Cuál es el más adecuado para las personas que harán uso de ese acceso? ¿Qué tipo de puerta es la más adecuada? ¿Se necesita un acceso rápido a almacenes? ¿Se necesita habilitar un espacio amplio para la entrada de materiales pesados? ¿Se necesitan salas con temperatura e higienes controladas? Todas estas son cuestiones a tener en cuenta a la hora de plantear qué tipo de puertas se necesitan instalar.
Una vez que se ha definido bien cuáles son los requisitos, qué necesidades se deben cubrir, entra la fase más importante del proyecto desde el punto de vista estético: cómo integrar esas puertas dentro del espacio para que se cree una armonía, una sensación de conjunto que aporte un valor añadido y transmita elegancia al usuario (interno o externo). En este paso entran en juego dos factores. Por un lado, los materiales y los acabados que se van a utilizar. Cuál será el tamaño de la puerta, en qué color irá, qué tipo de marco, si llevará o no llevará algún tipo de cristal son elementos definitorios. Por otro lado, es el momento de integrar las funcionalidades a través de controles de acceso y los distintos accesorios que pueden instalarse en las puertas, buscando comodidad y empaque.
Debe tenerse presente que tanto las puertas que se instalan en el exterior como las que se encuentran en el interior del edificio son un elemento que, pese a cumplir principalmente una acción funcional, cuentan como carta de presentación. Qué ve el cliente de la empresa desde el exterior, qué sensaciones visuales ofrece el tránsito por el interior de un espacio, qué tan fácil es moverse y pasar por estas puertas. En un proyecto arquitectónico todo transmite, por eso es importante no descuidar ni un solo aspecto.
