viernes. 26.04.2024

Cuando una empresa busca financiación, tiene muchas formas de obtenerla. Por lo general, se suele recurrir a los bancos o a las entidades financieras, especialistas a la hora de brindar acceso a grandes cantidades de dinero. Sin embargo, también cabe la posibilidad de recurrir a los fondos privados, a lo que se conoce como capital privado.

Es otra muy buena forma de conseguir los fondos que se necesitan para impulsar un proyecto desde cero, o para reforzar este cuando ya lleva tiempo en marcha. Aunque existen diferentes tipos de capital privado, todos suelen apoyarse sobre el mismo concepto, que no es otro más que la procedencia privada del capital que se va a transferir de una parte a otra. ¿Y es está la mejor opción para una empresa? Aunque la respuesta depende de muchos factores, vamos a intentar aclararlo viendo las ventajas y desventajas de este modelo.

 

Lo bueno y lo malo de recurrir al capital privado

La fórmula del capital privado se aleja de las inyecciones de capital tradicionales en tanto a que procede de agentes económicos privados en lugar de administraciones públicas, entidades bancarias o financieras. Este planteamiento ya hace que plantee una serie de características distintas a las que se suelen encontrar cuando se busca financiación a través de préstamos y/o créditos.

¿Conviene recurrir a este tipo de fondos cuando se tiene una empresa? Lo cierto es que sí, pero vamos a verlo mejor y dejarlo todo más claro repasando los principales pros y contras de esta solución financiera.

 

Las principales ventajas de este sistema

Las ventajas más destacables del capital privado dejan su huella sobre todo en las empresas más pequeñas y las startups. El primer punto a favor es que el negocio, o su dueño, no tiene que enfrentarse a los mecanismos habituales de entidades bancarias y/o financieras. No hay que pasar por esos papeleos, ni tener que cumplir ciertos requisitos. En definitiva, se elimina gran parte de la burocracia y de las trabas típicas de bancos.

El capital de fondos privados proporciona una liquidez casi inmediata y alejada de todas esas trabas. Va directo y permite a la empres gozar de una inyección económica potente y útil para poder ampliar su abanico de posibilidades, sea explorando nuevos servicio y/o productos o, simplemente, reforzando sus filas. De hecho, en el terreno privado podemos encontrar el capital riesgo, que financia proyectos incluso cuando están en sus fases más iniciales. Una opción que es inexistente en bancos.

Con este dinero, el negocio puede ampliar su equipo con más profesionales. De hecho, si  la inversión procede de alguna empresa con la que se puedan generar sinergias, estas pueden derivar en nuevas estrategias de negocio u oportunidades con las que ampliar posibilidades de crecimiento. Un enriquecimiento mutuo que, sobre todo, ayuda a la más pequeña a crecer no solo más rápido, sino también con más fuerza.

Por supuesto, la clave del capital privado es su rapidez y las facilidades que pone sobre la mesa. Es un extra de dinero que puede marcar la diferencia entre subsistir y crecer o tener que cerrar. Además, cuando se pone en marcha y se consigue, obliga a la empresa a mejorar también su transparencia frente a inversores y trabajadores, consiguiendo así un mejor clima de trabajo y reforzando su valor debido a su claridad. En definitiva, las ventajas van mucho más allá de la simple recepción de dinero.

 

Cuáles son sus desventajas

Es importante mencionar que, por lo general, la financiación a través de capital privado es más cara que la que se consigue por las vías habituales. Los intereses a abonar pueden ser más elevados, aunque todo depende principalmente de lo acordado entre ambas partes y de las negociaciones previas a la inyección de capital. Sí, hay margen de maniobra aquí, lo que es una ventaja para la empresa; pero también cabe la posibilidad de que se tenga que pagar más a la larga.

Asimismo, también es de esperar que los inversores privados quieran algún tipo de participación en la empresa. A veces pueden asumir el papel de socios inversores, pero lo habitual es que exijan cumplir ciertos objetivos con los que recuperar la inversión que han hecho, o que incluso quieran participar en el proyecto de tu negocio, sea a través de personal propio o implantando diferentes metodologías.

Ese es el mayor hándicap que puede surgir con este tipo de financiación, aunque es algo que se tiene siempre en cuenta durante las negociaciones. Es posible que se pierda algo de independencia (lo más frecuente es que se exijan objetivos en determinados plazos de tiempo), pero se gana esa fuerza extra que no se podría conseguir por los medios más tradicionales, buscando la financiación de siempre.

En definitiva, el capital privado presenta muchas más ventajas que inconvenientes, sobre todo para las empresas que están dando sus primeros pasos y necesitan un buen impulso para crecer.

¿Capital privado o no? Las ventajas y desventajas de este sistema de financiación