domingo. 06.10.2024

La Trump Tower de Babel

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“Donald Trump gana las elecciones presidenciales de EE.UU”. Así amaneció el mundo el pasado 9 de noviembre. Perplejo, desconcertado, confuso y sorprendido ante unos resultados que pocas encuestas auguraban. Después de tildarlo de ignorante, racista, machista e infinitos (des)calificativos más, lo cierto es que el (hasta la fecha) candidato republicano se impuso en la mayoría de estados.

 

A partir de aquí, muchas valoraciones podemos hacer al respecto, lamentarnos y hasta tirarnos de los pelos, pero lo que es cierto es que la mayoría de estadounidenses han decidido democráticamente que este señor ocupe el Despacho Oval. Si queremos buscar culpables, quizás deberíamos mirarnos un ratito el ombligo.

 

Puede que algunos creyeran que no era el mejor candidato pero, sin lugar a dudas, ha sido el mejor en cuanto a marketing político. La polémica genera noticias y esa es una máxima para cualquier marca que quiera promocionarse rápidamente. Como indiscutible empresario de éxito, Trump lo tuvo claro desde el primer paso en su carrera hacia la Casa Blanca. Que si un muro entre México y USA, que si un uso indiscriminado de las armas, que si prácticas salvajes contra los terroristas, políticas antimusulmanes… cualquier tema que levantase ampollas podía servir para captar la atención de los millones de americanos citados en el proceso electoral.

 

Asimismo, sería bueno reflexionar (y si fuera posible, saber) lo que opina la gran mayoría sobre estos temas y cuántos de ellos serían (in)capaces de decirlo públicamente. He aquí, otra mayoría silenciosa.

 

Medios de comunicación de medio mundo abrían las cabeceras de sus diarios con frases textuales del magnate con réplicas a sus teorías y tertulianos de derechas y de izquierdas se esforzaban en rebatirlo en cada cadena de televisión. No hacían más que darle valor a la marca Trump. Y él, lo sabía.

 

Por el contrario, la demócrata Clinton, intentaba (sin mucho éxito) contentar a todos los ciudadanos, sin centrarse en ningún mercado en particular. Eso es de primero de marketing. Si pretendes llegar a todo el mundo corres el peligro de no conectar con nadie.

 

Volviendo al título de este artículo, la Torre de Babel es una ilusión bíblica (cierto) pero, sin duda, relata el orgullo y la soberbia del hombre, y de un dios iracundo, tal vez vengativo. De eso va todo esto, de la soberbia y orgullo de los humanos. De todos y cada uno de ellos, sin distinción. Desde el Presidente de los EEUU hasta el último habitante del más pequeño estado de Norte América, sin olvidarnos del resto de habitantes de la tierra que, en este caso, hemos presenciado este proceso electoral.

 

Ninguno más que Trump imaginaba que el día 10 de diciembre sería Presidente de los EEUU. De ahí la escasa participación. De ahí la soberbia de todos. De ahí, la Torre de Babel.

La Trump Tower de Babel
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