sábado. 18.05.2024

Alierta

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Esta semana ha sido noticia el próximo cese de César Alierta al frente del consejo de administración de Telefónica de España, anunciado por él mismo para la próxima semana.

 

Los diarios salmón han corrido prestos a ensalzar la figura de quien de la mano de Aznar consolidó el proceso de privatización iniciado por el PSOE del que un día fuera un monopolio estatal de las telecomunicaciones.

 

Y como ha pasado con otras empresas otrora públicas de sectores estratégicos como la energía, hoy en día Telefónica juega un papel clave en el oligopolio privado del sector en cuestión, bien comunicado por cierto con la política y las grandes decisiones también estratégicas que se toman sobre el sector en nombre del interés general, y que acaban siendo del interés particular gracias a la mala praxis de las llamadas «puertas giratorias».

 

Hijo de alcalde franquista y hermano de alto cargo del PP, después de privatizar otra empresa pública rentable, Tabacalera, Alierta llevó su savoir faire a Telefónica, que en el clímax de su expansión mundial se ha ido deshaciendo en estos años de miles de trabajadores y trabajadoras mientras obtenía miles de millones de beneficios, con el beneplácito de los gobiernos de turno y la subordinación de Nuevos Ministerios.

 

Para rematar la faena, y como al pobre hombre su salario de 7 millones de euros anuales no le bastaba, ha procurado blindar su despedida y cierre con una humilde indemnización de 35,5 millones de euros en forma de aportación a su plan de pensiones, es decir, unos 6.000 millones de las antiguas pesetas.

 

Todo esto, la misma semana en que el locuaz Ministro Montoro justificaba su incumplimiento y el incumplimiento del gobierno de Rajoy del objetivo de déficit en las administraciones públicas: la culpa es del despilfarro de las autonomías.

 

Porque claro, 20 millones de euros del presupuesto público para intentar cubrir durante este año las necesidades básicas de alimentación, ropa y techo de cientos de familias en nuestra comunidad a través de la Renta Social es todo un despilfarro de la CAIB, ¿no? En cambio lo de Alierta y tantos otros altos directivos del IBEX35 es fruto de su esfuerzo y de su trabajo. Ya.

 

Y probablemente la Renta Social, que es justo el tipo de medidas que deberían servir para dignificar la política y devolverle su sentido, sea un despilfarro a los ojos de la troika -que nada tiene que decir del todavía presidente de Telefónica- y de gentes como Alierta y Montoro, gente sin alma pero con la virtud de manejar como nadie la economía y el bien común en beneficio propio y en beneficio de unos pocos: el de la oligarquía de Nuevos Ministerios de la que ellos y los suyos forman parte, y de la que la política española es rehén.

 

Mientras la política, sea nueva o sea vieja, no sirva para acabar con la economía criminal representada en personajes como estos, o como el «compi yogui» amiguete del matrimonio de nuestros jefes de Estado, no podremos

Alierta