martes. 30.04.2024

Seguridad camino de las verbenas estivales

La plenitud del verano viene asociada a la celebración continua de las tradicionales verbenas a lo largo y ancho de toda España, también en nuestra Isla. Fiestas de toda la vida, a las que se han ido uniendo en las últimas dos décadas otras celebraciones con menos historia o de diversa motivación, pero igual de divertidas y aceptadas entre los más jóvenes.

Viví las verbenas con el furor juvenil cuando era un chaval y las sufro ahora con más preocupación como padre. Pero, antes y ahora, las defiendo a capa y espada por su alegría, buen rollo, mezcla de jóvenes de diferentes pueblos y la algarabía propia del verano tomando las calles de nuestros pueblos por unas horas.

Los jóvenes de hoy siguen disfrutando de estas concurridas y populares celebraciones por toda Mallorca, casi más que antaño (hay más y no quieren perderse ni una) y, a diferencia de lo que acostumbrábamos en otras épocas, no tienen ningún problema en acudir a las diferentes verbenas en transporte público. Lo utilizan masivamente, con absoluta normalidad, cosa que se agradece y tranquiliza porque, además de ahorrar a los padres viajes de acompañamiento y vuelta en horarios intempestivos, también evita el uso del vehículo particular tras noches largas donde el cansancio y el consumo de alcohol es un cóctel letal a la hora de ponerse al volante.

Por tanto, los jóvenes siguen divirtiéndose como lo que son, jóvenes ansiosos de compartir experiencias y fiesta con gente de su edad, y además lo hacen sirviéndose del autobús o el tren asumiendo una gran dosis de responsabilidad... aunque el transporte público interurbano, ampliado en relación con finales del siglo pasado, tenga déficits importantes, que deben hacernos reflexionar. A pesar de que las líneas se refuerzan durante las fiestas populares, las frecuencias suelen ser insuficientes generando problemas de seguridad. Una seguridad que carece del más mínimo control, dicho sea de paso.

El último episodio conocido ha ocurrido el pasado fin de semana en la tradicional verbena de la Colònia de Sant Jordi, si bien no se trata de un hecho aislado, más bien al contrario. La Estació Intermodal de Palma se convirtió, desde última hora de la tarde de la revetla, en una ratonera donde cientos de jóvenes (muchos menores de edad) se agolpaban sin ningún tipo de organización esperando el paso de los sucesivos autobuses públicos. La mayoría de chavales con buenas intenciones, intentando improvisar durante horas una cola ordenada, pero a expensas de unos pocos (los ‘listos’ o ‘malotes’ de toda la vida, aunque ahora parecen más y/o con peores intenciones) que campan a sus anchas bajo amenaza de agresión, verbal y física, y con la intención de respetar poco o nada las normas más elementales de educación.

Y lo hacen fumando a bordo, colándose por las puertas traseras o intimidando al resto del pasaje, cuyo único objetivo es acudir a una noche de diversión en compañía de amigos. El pésimo comportamiento de los ‘malotes’ o ‘listillos’ queda en muchos casos impune, bien por la escasez de efectivos de seguridad (policiales locales desbordadas, con pocos efectivos, o ausencia de agentes privados), o bien porque cuando las autoridades actúan en muchas ocasiones es imposible distinguir al que se salta las normas, oculto éste o éstos (entonces con poca gallardía) aprovechando la muchedumbre.

Tres cuartos de lo mismo ocurrió a la vuelta, al albor de una mañana donde el cansancio de la mayoría sucumbía más si cabe ante la autoproclamada superioridad de los ‘valientes’ que se creen por encima del bien y del mal. Una minoría, sí, pero que acaba imponiéndose a la mayoría de los jóvenes que, con paciencia, solo ansían un regreso a casa tranquilo con el buen sabor de boca de la verbena disfrutada.

Los jóvenes no tendrían que verse intimidados por aquéllos -pocos- que no entienden de educación y de respeto a las normas establecidas. Tampoco los conductores, que bastante tienen con cubrir los trayectos sin sobresaltos. Si queremos que la juventud siga divirtiéndose en nuestras verbenas sin tener que vivir episodios que pueden acabar en tragedia al apostar por el transporte público como la mejor y más segura forma de moverse por la Isla, las autoridades competentes deben protegerles para no sentirse a merced de unos pocos que deciden comportarse sin respetar al prójimo poniendo en peligro al colectivo.

Seguridad camino de las verbenas estivales