martes. 07.05.2024

Nada altera la zona de confort de las Bolsas

La última semana completa de agosto ha sido, como esperábamos, tranquila y sin grandes movimientos, pero esa tranquilidad no ha sido consecuencia, en esta ocasión, de los discursos de la FED en la reunión de Jackson Hole, que más bien señalizaron subidas de tipos, sino de la extraña calma que se ha apoderado de los mercados financieros este mes de agosto, una calma que nada ni nadie parecen poder romper.

 

Al final de la semana lo que hemos visto es que los índices americanos han recortado muy ligeramente (S&P -0,7% en la semana) pero se mantienen en zona cercana a los máximos históricos, mientras los europeos han avanzado (Eurostoxx +1,4%) gracias a los buenos datos de confianza y a los buenos PMI adelantados de agosto, que parecen indicar que el impacto del Brexit se ha superado. Por su lado el Nikkei se ha dejado un 1,1% en la semana, afectado por el dato de inflación de julio publicado el viernes pasado, que indica que la amenaza de la deflación sigue ahí. La inflación subyacente no solo cayó por quinto mes consecutivo, sino que además en julio tuvo la mayor caída de los últimos tres años. Una nueva señal del fracaso de la "abenomics" cuyo objetivo de inflación del 2% se complica cada vez más.

 

Como decíamos, la nota más destacada de la semana, y de agosto en general, es la resistencia de las Bolsas a salir de su "zona de confort" , a romper esa calma veraniega en la que se han instalado, sean cuales sean los mensajes de los banqueros centrales y sean cuales sean las noticias económicas y empresariales.

 

El discurso de Yellen en Jackson Hole se esperaba con gran expectación, tras la impresionante cascada de declaraciones de relevantes miembros de la FED en favor de una inmediata subida de tipos de interés. Esther George, de la FED de Kansas, Robert Kaplan, de la de Dallas, William Dudley, de la de Nueva York, John Williams de la de San Francisco e incluso el vicepresidente de la FED, Stanley Fisher, se habían pronunciado en los últimos días, con diferentes niveles de intensidad, en favor de la normalización de los tipos de interés y por eso era importante escuchar la voz de Yellen.

 

Su discurso, sin embargo, cayó de nuevo en esa conocida mezcla de "datadependencia" (la FED actuará según los datos que vayan saliendo) y de deliberada ambigüedad. Nadie sabemos lo que significa exactamente el "stronger case for rate rise" mencionado por Yellen en su discurso y recogido por todos los medios. Esa frase puede amparar tanto una subida de tipos en septiembre como en diciembre o incluso una posposición de esa subida hasta bien entrado el 2017. Todo queda igual de abierto que antes del discurso y de hecho las Bolsas reaccionaron bien ante el discurso de Yellen, al entender que suavizaba las manifestaciones previas de los miembros de la FED antes citados. Fue de nuevo el vicepresidente Stanley Fisher quien recordó, en unas declaraciones televisivas posteriores al discurso de Yellen, que los tipos podrían subir en septiembre.

 

Aunque esa afirmación de Fisher produjo una caída inmediata de los índices americanos, lo cierto es que, al final de la sesión el Nasdaq terminó subiendo ligeramente y el Dow y el S&P cerraron con recortes mínimos.

 

¿Por qué las Bolsas se están tomando tan bien estos anuncios de subidas de tipos?

 

Caben varias explicaciones. La primera es que los inversores no creen a la FED. Como en el cuento del lobo, tras varios anuncios fallidos, ya nadie piensa que la normalización monetaria vaya en serio. Otra interpretación sería que los inversores están preparados ya para una subida de tipos y que la FED ha conseguido un nuevo éxito de comunicación. El tiempo dirá cuál es la interpretación correcta, pero más bien nos inclinamos a pensar que los mercados han llegado a la convicción de que las subidas de tipos van a esperar largo tiempo en el armario y, cuando lleguen, si llegan, serán muy suaves y graduales.

 

Esa convicción fue alimentada en Jackson Hole por la intervención, el sábado, del gobernador del Banco de Japón, Haruhiko Kuroda, que una vez más insistió en que el Banco de Japón no dudará en aprobar más compras de activos (QE) y en bajar más los tipos, adentrándose más en el terreno de los tipos nominales negativos.

 

La intervención de Kuroda, aunque no ha suscitado el mismo nivel de interés que la de Janet Yellen, era importante, ya que, como Kuroda mismo reconoció en su intervención, los objetivos qué se fijó el Banco de Japón en su famosa QQE (quantitative and qualitative easing) lanzada en abril de 2013 parecen cada vez más lejanos. La inflación no sube, el yen se ha apreciado los últimos meses, y el PIB japonés sigue estancado. En esta coyuntura, el Banco de Japón, que es el que más tiempo lleva practicando el "easy money", se ve obligado a continuar e intensificar unas políticas monetarias cuyos resultados no aparecen. Kuroda tuvo que reconocer, en su intervención del sábado en Jackson Hole, esa falta de resultados, pero reiteró que las compras de activos (QE) y los tipos negativos son un arma muy poderosa y descartó que el BoJ vaya a entrar en la fase del "helicóptero monetario".

 

Una situación diferente es la de la FED, que a la luz de los datos de empleo y de inflación desearía salir ya del modelo de dinero barato, pero no sabe cómo hacerlo. Como decíamos la semana pasada, FED y BoJ son dos variantes de un mismo problema, la dificultad de salir de las políticas monetarias no convencionales, funcionen o no.

 

Tras la ligera revisión a la baja del crecimiento del PIB americano del segundo trimestre (del 1,2% al 1,1%) que se publicó el pasado viernes, esta semana próxima tenemos varios datos económicos, pero sobre todo el informe de empleo americano en agosto que se conocerá el viernes próximo y que todos consideran como el gran indicador a seguir para anticipar si la FED subirá o no tipos en su reunión del 21 de septiembre.

 

En nuestra opinión es muy difícil que la FED suba tipos justo antes de las elecciones presidenciales de noviembre y daríamos por sentado que no lo hará, sea cual sea el informe de empleo.

 

A lo largo de septiembre se reúnen los cuatro grandes Bancos Centrales (el 8 el BCE, el 15 el Banco de Inglaterra y el 21 la FED y el Banco de Japón) cada uno con su problemática, pero todos compartiendo las dudas sobre la efectividad de sus políticas monetarias no convencionales y los temores sobre cómo salir de las mismas.

 

La vuelta de la actividad en septiembre, y los numerosos datos económicos que se publican los próximos días deberían traer algo más de volatilidad a las Bolsas y, posiblemente, tras las declaraciones de Jackson Hole, algunos recortes adicionales, sobre todo en las Bolsas americanas. Pero francamente, dada la placidez con la que los inversores se están comportando, no nos sorprendería que de momento las Bolsas prolonguen una semana más su "zona de confort".

Nada altera la zona de confort de las Bolsas