martes. 07.05.2024

Los mercados dudan de los bancos centrales

La sacudida que sufrieron el pasado viernes los mercados americanos, con impacto también en el cierre de los europeos, es la primera señal de alerta seria que reciben los inversores desde el pasado 24 de junio, cuando las Bolsas se desplomaron tras el inesperado resultado del referéndum inglés sobre el brexit. Tras aquel mini crash las Bolsas habían recuperado progresivamente la confianza en julio y agosto, y parecía que ya nada podía sacarlas de esa zona confortable en la que se habían instalado.

 

No deja de ser interesante que hayan sido unas manifestaciones del presidente de la Fed de Chicago, Eric Rosenberg, las que hayan provocado la mayor caída de los tres grandes índices americanos desde el brexit, destapando la caja de los truenos. Ni el pésimo dato del ISM norteamericano de servicios de agosto publicado el martes pasado, que marcó el mínimo de los últimos seis años (51,4 frente a los 55 puntos que se esperaban, cayendo más de cuatro puntos desde el anterior de julio), ni la falta de medidas del BCE en su reunión del pasado jueves, habían tenido impacto en las Bolsas, que llevaban camino de cerrar la semana casi planas, prolongado en los primeros días de septiembre la calma de agosto. Las caídas del viernes, del entorno del 2,5% en las Bolsas americanas y del 1% en las europeas, han llevado a las Bolsas, con excepción del Ibex, a caídas semanales de ese mismo porcentaje.

 

Es interesante, decíamos, que hayan sido unas declaraciones de un miembro de la Fed con derecho a voto las que hayan roto esa tranquilidad veraniega, y lo es por varios motivos.

 

El primero es que, tras el shock del brexit los banqueros centrales se esforzaron al máximo en recomponer la confianza, con el Banco de Inglaterra a la cabeza en su reunión del pasado 4 de agosto. Ahora parece que, al menos en el caso de la Fed, la estabilidad de los mercados financieros deja de ser una prioridad tan absoluta y la normalización monetaria (léase subida de tipos) pasa a primer plano.

 

El segundo dato interesante en esas declaraciones de Rosenberg es, precisamente, que muestran aparentemente una falta de sintonía entre la Fed y los otros tres grandes Bancos Centrales. El pasado lunes el Gobernador del Banco de Japón, Haruhiko Kuroda, compareció en un tono especialmente agresivo, asegurando que el Banco de Japón va a ir hasta donde haga falta y no va a dar ningún paso atrás ("BoJ will not step back"). En cuanto al BCE, el Presidente del BCE, Mario Draghi, se esforzó especialmente el pasado jueves, en la rueda de prensa, en enfatizar varias veces que el programa de compras mensuales va a durar hasta que la inflación llegue cerca del 2%, lo cual implica de facto una promesa de prolongación del programa durante el 2018, y en sugerir que habrá nuevas medidas en diciembre, tras reivindicar el acierto de su política frente a las críticas cada vez mayores por parte de la opinión pública alemana. Finalmente Mark Carney, Gobernador del Banco de Inglaterra, en su comparecencia del pasado 4 de agosto tampoco dejo lugar a dudas de su compromiso con el "whatever it takes". La pregunta que queda en el aire es si la Fed se ha apartado de esa línea.

 

El tercer elemento de interés de lo sucedido el viernes es que las declaraciones en favor de la subida de tipos se producen después de una serie de datos débiles de la economía norteamericana. Es verdad que en el simposio de Jackson Hole el propio vicepresidente de la Fed, Stanley Fischer, dijo que los tipos podían subir en septiembre, pero el informe de empleo de agosto, con menos creación de empleo de lo esperado, el ISM de manufacturas en agosto por debajo de 50 y en zona de contracción, y el ISM de servicios acercándose peligrosamente a 50 habían llevado a los mercados a descartar esa subida de tipos en septiembre, posponiéndola como pronto hasta diciembre. La impresión de las declaraciones de Rosenberg es que la Fed persiste en su idea de subir tipos incluso tras conocer los malos datos.

 

Finalmente, el cuarto motivo de interés de las mencionadas declaraciones es que muestran una grieta en ese muro hasta ahora tan sólido de la confianza de los inversores en los Bancos Centrales. Esta vez el impacto de las palabras de Rosenberg se notó en todos los mercados, no sólo en las Bolsas. Los tipos de bonos subieron (el bund alemán cerró con tipo positivo por primera vez en varias semanas y el tipo del T bond subió al 1,67%), el dólar subió y el oro bajó. A diferencia de lo que pasó hace dos semanas con las declaraciones de Jackson Hole, esta vez el mercado se tomó en serio a la Fed.

 

La reacción del viernes de las Bolsas indica que los inversores siguen valorando por encima de todo el llamado "lower for longer" (tipos de interés bajos por mucho tiempo) que se ha convertido en una droga demasiado potente que ha creado adicción.

 

La pregunta, desde el punto de vista de las Bolsas, es si el pasado viernes hemos asistido al inicio de una gran corrección o si más bien, como en otras ocasiones, las aguas tenderán a calmarse.

 

El lunes habla en Chicago Lael Brainard, miembro del Board of Governors de la Fed y sus palabras serán escuchadas con atención para ver si ratifican o no las pronunciadas el pasado viernes por Rosenberg. El jueves se reúne el Banco de Inglaterra y podemos dar por seguro que el Gobernador Mark Carney tratará de agradar a los mercados, sea cual sea el tono de Lael Brainard el lunes. Entre los datos económicos destacaríamos las ventas minoristas en la economía norteamericana en agosto, que se publican el jueves y que nos darán pistas sobre la fortaleza o debilidad de la principal economía del mundo y sobre las posibilidades de que la Fed suba tipos en su reunión del próximo 21 de septiembre.

 

Todo indica que la Fed quiere volver a intentar la normalización monetaria en solitario, mientras el Banco de Japón, el de Inglaterra y el BCE siguen en modo expansivo. En nuestra opinión, ese intento está abocado a un nuevo fracaso, porque la reacción de los mercados sería muy negativa y la Fed no está preparada para soportar esa reacción.

 

Es por ello por lo que pensamos que finalmente, y pese a todos los anuncios hechos, la Fed no moverá los tipos en septiembre, dando así un nuevo respiro transitorio a los mercados. Pero, más allá de ese respiro transitorio, la verdadera lección de lo sucedido el viernes es que las muy elevadas cotizaciones de las Bolsas americanas se sustentan sobre una base muy poco sólida, ya que tarde o temprano la Fed y los restantes Bancos Centrales tendrán que afrontar la realidad de que el "lower for longer" no puede convertirse en un "longer forever".

 

Seríamos por tanto partidarios de elevar los niveles de caja y reducir exposición a riesgo.

 

Los mercados dudan de los bancos centrales