Muy cerca de Artà, en el camino a Cala Torta nos encontramos una pequeña desviación a la derecha. Una subida que termina en un pintoresco restaurante con unas vistas increíbles.
Desde su estupenda terraza se ve el mar, y para acompañar las vistas puedes comerte unos pambolis con unas cervezas. Lo mejor de todo es que si te gusta mucho y quieres disfrutarlo más tiempo, puedes pasar la noche (o las que tú quieras y haya disponibles) en sus bungalows.
El restaurante por dentro es una pasada. Me recordó a un salón de un castillo de película, en el que te vas a encontrar desde armaduras medievales hasta una paella gigante (que yo creo que de ahí se sacan 100 raciones). Nosotros pedimos paella de marisco y la verdad que nos gustó mucho. Además la comes sentada en las típicas sillas castellanas de madera y cuero que te transportan al pasado.
Para acompañar la paella pedimos un rosado de la isla, el 3030, un vino fresco y fácil de beber. Una pena que este restaurante sea solo de temporada, porque la chimenea y el ambiente de esa sala dan para pasar un invierno en Mallorca de película. Corre antes de que se acabe octubre. Te lo recomiendo, y mucho.
Si te ha gustado o sabes otros sitios que tengo que probar no dudes en escribirme a [email protected]
