martes. 16.04.2024
Reformar un hotel de cinco estrellas, con más de 900 habitaciones, no es tarea fácil; requiere planificación, coordinación y mucha mano de obra para reabrir en perfecto estado y ni un día después del plazo fijado

 

Es lo que ha ocurrido en la reforma integral del Riu Karamboa, en la isla caboverdiana de Boa Vista, donde 1.700 personas han hecho posible el milagro de dar una nueva vida al hotel en cuestión de 168 días.

La semilla de esta reinvención la pusieron sin darse cuenta los propios huéspedes. Después de nueve años en marcha, a pesar de tratarse de un hotel "joven", la cadena Riu consideró necesario reformarlo para adaptarse a los nuevos gustos.

"Lo más importante es tener el punto de vista del cliente para saber qué es lo que hay que mejorar, porque la demanda ahora va más rápida", explica el consejero directivo de la zona Atlántica de Riu, Félix Casado, con conocimiento de causa después de 48 años dedicado a garantizar la operativa de buena parte de los hoteles de la cadena mallorquina.

Pone un ejemplo concreto sobre el Karamboa: "Habíamos visto que se que quejaban de que el lobby era oscuro. Se abrieron claraboyas, se retiró mucha madera oscura y ahora al entrar es otro". El vestíbulo que recibe a los clientes mantiene el estilo étnico pero con la luminosidad que aporta la luz natural que baña toda la estancia.

En el Riu Karamboa, la reforma se planificó un año antes de comenzar, con la participación del consejero delegado, Luis Riu, y todo su equipo y la división de Operación, que decidieron en qué iba a consistir.

"Una vez decidida la reforma, se hace una habitación piloto, con la implicación de todo el equipo y de los decoradores, dos meses después se vuelven a revisar todas las decisiones tomadas, se rectifica lo que se tiene que rectificar, y con todo ya bien definido, se aprueba la reforma e inmediatamente se pone en marcha", explica Casado.

El primer paso es realizar los pedidos para que la mayoría del material, en torno a un 80 % de todo lo necesario, esté listo y en el propio establecimiento antes de arrancar.

Para reformar los 65.000 metros cuadrados construidos del Riu Karamboa, que mide 520 metros de longitud de frente, fue necesario organizar el transporte hasta la isla de Boa Vista de 450 contenedores de material por mar. "Hubo que coordinar cuándo debía ir entrando el material, para recibirlo y tenerlo disponible en la obra", detalla Félix Casado.

Cumplir las fechas programadas de inicio y fin de la obra es esencial para que se puedan hacer efectivas las reservas. "El turoperador sabe que abre el hotel y puede vender", explica.

Participaron en la reforma 1.700 trabajadores de todas las especialidades, dirigidos por una veintena de industriales y tres constructoras españolas que canalizaron y afrontaron la obra.

Llegó personal especializado de las constructoras, pero buena parte de la mano de obra ha sido local, caboverdiana y senegalesa, con trabajadores que ya habían participado en la construcción o reforma de alguno de los otros cinco hoteles de la cadena en el país.

Aprovechando la reforma, se ha cambiado toda la maquinaria y además se han instalado placas solares que generan entre el 12 y el 15 % de toda la energía que necesita el hotel para operar.

El resultado es que el hotel ahora es solo para adultos y tiene 921 habitaciones completamente renovadas, de las que 61 disponen de su piscina particular.

Como corresponde a los nuevos gustos de los viajeros, "el bar salón está completamente abierto al exterior, porque lo que quiere ahora el cliente es estar fuera", explica Casado sobre otro de los cambios, que también se explica por el hecho de que Riu ha pasado de alojar a huéspedes de seis nacionalidades en sus comienzos, a tener ahora de 23 procedencias, de manera "hay quien quiere creppes y hay quien desayuna solo salado y desprecia la bollería".

"Somos mucho más rápidos con los cambios. Yo siempre digo 'menos quejarse y más hacer", afirma el jefe de operaciones para Caribe, Canarias y África, con responsabilidad de que todo funcione en 26 establecimientos.

Esa nueva mirada hacia el aire libre también ha hecho necesario cambiar la proporción de mobiliario preparado para la intemperie, de manera que "ahora hay 420 sillas dentro y 600 fuera, cuando antes eran 700 dentro y 300 fuera, a lo que se suman 1.200 hamacas en las piscinas y otras 800 en la playa". El hotel tiene un nuevo solarium y de cinco nuevas piscinas.

La guinda ha sido mejorar el jardín a partir de las primeras palmeras que se plantaron cuando abrió el hotel, hace algo más de ocho años. "Tenemos aquí al lado un vivero donde se ha ido sembrando y producimos nuestras propias plantas", explica el directivo de Riu sobre el sistema que nutre las zonas verdes de los establecimientos.

El resultado de la reforma no se ha hecho esperar y, tras su reciente reapertura, el hotel está registrando ya ocupaciones por encima del 70%, que esperan que pronto alcancen el 80%.

1.700 Trabajadores, 168 días: Así reforma Riu un hotel de cinco estrellas
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