domingo. 05.05.2024

La vuelta al cole no debe ser el final del verano

Lo reconozco. Participo de ese común pesimismo tan mallorquín que augura el final del verano desde semanas antes no sólo de que éste llegue en el calendario, a finales de septiembre, sino mucho tiempo antes, normalmente al término de las vacaciones en los últimos días de agosto. Uno empieza con las rutinas propias, principalmente las profesionales, que culminan con la vuelta al cole cuando todos los miembros de la casa recuperan también el día a día académico.

Pero no todo el mundo piensa igual a mi alrededor e, incluso, tengo gente muy cercana a la que septiembre le parece uno de los mejores meses del año. Tengo que aceptar que es un mes muy aprovechable y, en mi caso, con citas ineludibles familiarmente hablando… Pero, más allá de las razones personales, la vuelta al cole que ayer tuvo lugar en Baleares -sinceramente, creo que ésta debería producirse a primeros de septiembre, por aquello de recuperar rutinas todos a una- no puede ni debe significar el final metafórico del verano si queremos encaminarnos hacia ese modelo de turismo circular tan en boca de todos en la era post-covid.

 

En una jornada turística celebrada ayer en la sede de Hotelbeds con representantes del World Travel & Tourism Council (WTTC) que estudian y analizan el sector a nivel global, volvió a salir a colación el problema de la masificación, que este 2023 ha vuelto a producirse en Baleares (creo que algo menos que en 2022) al igual que en el resto de España y los principales destinos turísticos del planeta. No somos para nada únicos ni originales.

Y, una vez más, una de las soluciones planteadas por los protagonistas de la jornada fue la desestacionalización. Es así, no queda otra, tenemos la difícil tarea entre todos de conseguir que el motor económico de nuestras Islas esté activo durante más tiempo: 8, 9 o 10 meses al año. En 2022 superamos los ocho meses de actividad, hasta bien entrado noviembre, lo que puede suponer el inicio del camino deseado.

Para avanzar en este complicado reto debemos estar convencidos todos. Sector privado, donde la mayoría de los empresarios están por la labor desde sus diferentes sectores de alargar la temporada en beneficio común, y sector público, que de una vez por todas debe tener presente que la diversificación de la oferta de nuestro destino también pasa por sus manos. Turismo deportivo, cultural, gastronómico o de congresos, por citar los más comunes, están a nuestro alcance incluso cuando el sol ya no nos permite ir en manga corta.

La diversificación de la oferta turística es una de las recetas conocidas para tratar de repartir los visitantes que llegan a las Islas porque, si ofreces alternativas, el perfil de los turistas que apuestan por nuestro destino puede ser más variado y acaparar más meses del año. Otra cosa es cómo gestionar la llegada de los que sólo quieren ‘sol y playa’, un tema igualmente complejo que requiere de profundas reflexiones.

Pero no podemos dormirnos porque allí afuera, en el resto del planeta turístico, la competencia es brutal, aunque no cuenten con un territorio tan maravilloso como el nuestro. Eso sí, comparten los mismos problemas que nuestro modelo: masificación, dificultad de acceso a la vivienda, problemas cada vez más graves de movilidad, falta de mano de obra cualificada, etc.

Por tanto, escuchemos a los expertos y sigamos apostando por la formación, por el aprendizaje y mejora continuos de la mano de la tecnología, la innovación y la digitalización, aspectos clave del futuro circular al que aspiramos. Con estos ingredientes, podremos alargar el verano más de lo que marca el calendario y la ‘cuesta de septiembre’ será menos cuesta.

La vuelta al cole no debe ser el final del verano