sábado. 04.05.2024

El BCE y la Fed castigan a los emergentes y a las materias primas

Como preveíamos al finalizar nuestro comentario de hace una semana, noviembre ha terminado con tranquilidad, a la espera de ver como digieren los mercados la "gran divergencia" que parece va a producirse en diciembre entre el BCE y la Fed. El único momento de inquietud vivido en la última semana tuvo lugar el martes, tras el derribo de un avión ruso en el espacio aéreo turco, pero duró solo unas pocas horas.

 

La complacencia y la expectativa de que el BCE amplíe los estímulos monetarios el próximo jueves 3 de diciembre, siguen soportando a las Bolsas y siguen alimentando la fortaleza del dólar y de los bonos, que han acumulado nuevas subidas en las últimas sesiones. Los efectos laterales son la caída adicional de los tipos de interés, la caída del oro, que está de nuevo en zona de mínimos de los seis últimos años, y la caída de los precios de las materias primas. El Bloomberg Commodity Index ha alcanzado esta semana su nivel más bajo desde 1999 y en los últimos doce meses ha perdido un 30%. El rendimiento del bund vuelve a situarse por debajo del 0,5% de interés, y el del T bond en el 2,2%. Un escenario que recuerda bastante, aunque no sea exactamente igual, al del pasado marzo.

 

Por su lado, igual que el pasado marzo, las Bolsas de la zona euro han seguido siendo las principales beneficiarias de la expectativa de que el BCE actúe. Así, mientras el S&P y el Nikkei han cerrado la semana sin cambios, el Eurostoxx ha subido un 1%, el Dax un 1,5% y el Mib italiano casi un 2%. La otra cara de la moneda, en lo que a Bolsas se refiere, han sido las emergentes, que han acusado la fortaleza del dólar y la debilidad de las "commodities" con recortes. El MSCI Emerging Markets en dólares ha caído un 2% en la semana y, en el caso particular de China, el Shanghai Composite ha cedido más de un 5% en la semana sobre todo por la caída de la sesión del viernes, cuando se publicó que algunos brokers estaban siendo sometidos a investigación.

 

Aunque en medio de las turbulencias del pasado verano parecía casi imposible, lo cierto es que las Bolsas y los inversores se han vuelto a situar en la misma complacencia que tenían el pasado marzo, y nada parece inquietarles mientras Draghi siga anunciando que hará "todo" lo que sea necesario (whatever).

 

La pregunta es si ese escenario, ese nuevo "momento marzo", es sostenible. La respuesta es que no lo es, y no lo es sobre todo a la vista del elevado endeudamiento de algunas economías emergentes, en gran parte en dólares, y a la vista de que las repercusiones en la propia economía norteamericana de un dólar fuerte son muy negativas. Al final, si el dólar sigue subiendo y las materias primas siguen cayendo ni la economía norteamericana va a despegar ni los emergentes van a poder pagar sus deudas.

 

La crisis que se inició en 2007 es, sobre todo y ante todo, una crisis de deuda, y hasta ahora habíamos visto una primera fase de la crisis de la deuda "subprime" norteamericana, que estalló en agosto de 2007, y una segunda fase de la crisis de la deuda soberana periférica de la zona euro, que estalló con Grecia en mayo de 2010. Todo indica que la siguiente fase de la crisis será la de la deuda de algunos emergentes, una crisis que podría tener su detonante en la subida de tipos por la Fed sobre todo si a esa subida la precede una ampliación sustancial de los programas de estímulo monetario del BCE.

 

Estas consideraciones estarán, sin duda, sobre la mesa del BCE y de la Fed el día 3 y el día 16 de diciembre, sobre todo en un momento en el que la Fed no necesita subir los tipos porque la subida del dólar ya tiene de por sí un efecto contractivo en la economía norteamericana y un momento en el que el BCE podría no forzar la máquina monetaria ya que, según indicaron los PMI preliminares publicados el pasado lunes, la zona euro está empezando a despegar. Pero la verdad es que ambos Bancos Centrales están casi obligados a hacer lo prometido, en el caso del BCE bajar tipos y ampliar su programa de compras y en el caso de la Fed subir tipos, aunque sea de forma simbólica. Hacer otra cosa sería realmente sembrar la confusión en los mercados, con efectos imprevisibles.

 

La primera semana de diciembre está llena de datos importantes. El más importante es el informe de empleo de la economía norteamericana en noviembre, que se publica el viernes, pero también conoceremos los PMI de manufacturas y servicios de noviembre de China y de EE.UU., el índice de manufacturas de Chicago, y el Libro Beige, entre otros. No se esperan novedades en los datos, por lo que la mirada del mercado estará una vez más atenta a los banqueros centrales. Además de la reunión del BCE, Janet Yellen habla el miércoles en el Economic Club de Washington, y el jueves ante el Comité Económico Conjunto del Congreso americano.

 

Es seguro que tanto Yellen como Draghi se esforzarán al máximo en trasladar tranquilidad a los mercados, ya que como hemos dicho muchas veces la estabilidad de las Bolsas y de los mercados de bonos es una pieza esencial del modelo elaborado por los Bancos Centrales para salir de la crisis. Ambos tienen un importante "track record" de saber agradar a los mercados y, además, esta vez lo tienen fácil, ya que les basta con garantizar que no habrá cortes bruscos en la liquidez y que el BCE toma el testigo que le pasa la Fed.

 

Lo que es más difícil es que el BCE y la Fed puedan sortear de manera efectiva la pequeña tormenta, o tal vez gran tormenta, que empieza a asomar en el horizonte de algunas economías emergentes y que amenaza aún más al caer a nuevos mínimos los precios de las materias primas.

 

Definitivamente vivimos en un mundo global, y la famosa "disociación" o "decouple" de economías emergentes y desarrolladas no es un escenario posible y lo va a ser cada vez menos. Estos son temas a los que probablemente la Fed y el BCE deberán enfrentarse en el 2016, y que pueden incluso tener una avanzadilla en el último mes de 2015, si los primeros pasos de la "gran divergencia" dan problemas imprevistos.

 

Pero lo normal es que diciembre, bajo la influencia y la vigilancia permanente de los banqueros centrales, vuelva a ser un mes sin grandes sobresaltos, como lo ha sido noviembre, para terminar un año 2015 más complicado de lo que parecía al principio.

El BCE y la Fed castigan a los emergentes y a las materias primas