domingo. 05.05.2024

La cepa progre

Cada quince días me propongo convertir esta columna  en algo positivo, en algún tipo de rayo de esperanza post-Covid. Desafortunadamente sigo fracasando en mi intento. A día de hoy no he sido capaz de deshacerme de ese síndrome de Estocolmo que parezco padecer, el cual, de forma indeliberada, me hace fijar la mirada en nuestro Govern, en su toma errática de decisiones con impacto nefasto en el tejido empresarial y por ende en toda la sociedad. Así que por el momento sigo en la misma estela que ha marcado esta columna desde principios de año: una mirada crítica hacía los que nos gobiernan a golpe de decretazo.

 

Cuando otros hablan de la cepa británica, de la cepa delta o india, prefiero hablar de la cepa progre. De esa cepa que se ha infiltrado en nuestra sociedad clandestinamente, y contra la cual no parece existir otro método de inoculación que un gran batacazo.

 

Esa cepa progre no ha sido capaz de redactar un marco coherente para el reparto de esas ayudas de 855 millones de Euros que de forma misteriosa llegarán a estas islas desde la gran imprenta llamada devaluación. Cuando a penas tres mil empresas se presentan a este concurso de ayudas, después de que decenas de miles de empresas de Baleares han pasado y siguen pasando la peor crisis de los últimos 80 años, podemos estar convencidos que la culpa no es de las empresas que no sepan interpretar la redacción muy mejorable de las reglas de acceso, sino que esas reglas se han hecho aplicando criterios incumplibles y con falta de sentido común.

 

Que se proponga que salgan perjudicados aquellos empresarios que hayan tirado de fondos propios, de prestamos familiares y demás, para intentar atender los pagos a proveedores, nóminas, prestamos y pagos de la seguridad social y de hacienda, negándoles el acceso al fondo de ayudas, mientras que se abra el grifo a todos aquellos que no han tenido el coraje, la valentía, la ética de intentar suplir la falta de ingresos con recursos propios, es una situación tan aberrante que uno se ha de preguntar lo que pretender conseguir nuestro Govern.

 

Cuando se empieza a atisbar el daño económico que han creado con su falta de ayuda real y eficaz durante esta crisis sin precedentes, que a día de hoy sigan queriendo imponer sus criterios carentes de sentido económico en lugar de buscar el diálogo y la colaboración con el sector productivo, ahondando aún más la fosa común empresarial que han abierto, se muestra la ineptitud del sistema político que representan.

 

Ese sistema que el gran filósofo francés Jean d’Ormesson define como “ineptocracia”, en el cual los menos preparados para gobernar son elegidos por los menos preparados para producir, y los menos preparados para procurase su sustento son regalados con bienes y servicios pagados con los impuestos confiscatorios sobre el trabajo y riqueza de unos productores en número descendente, y todo ello promovido por una izquierda populista y demagoga que predica teorías, que sabe que han fracasado allí donde se han aplicado, a unas personas que sabe que son idiotas.

 

Esa cepa progre que promueve permitir a nuestros hijos seguir adelante con 8 suspensos, creando falsas expectativas para un mundo laboral cada día más competitivo en el que aterrizarán, salvo si optan por el sector público. Un mundo laboral brutalmente exigente, donde se premia el esfuerzo, la superación, la excelencia, la responsabilidad, el compromiso, la rectitud. Valores que brillan por su ausencia en esa conceptualización académica progre. En su lugar esta cepa progre está creando una generación autocomplaciente, exigente hacía los demás, con falta de valores y ética, una falta que queda perfectamente evidenciada por nuestra clase política.   

 

Esta cepa progre que se permite echar de su puesto a personas como Serafín Carballo, ex director de la Oficina Balear de la Infancia y Adolescencia, por el mero hecho de haber decidido no vacunarse contra el Covid. Independientemente de su desempeño profesional, el cual se me escapa, echar a personas por su libre y legal decisión de no querer vacunarse no parece alineada con nuestros valores democráticos.

 

Esa cepa progre que promueve la baja menstrual, dejando a las mujeres expuestas en el mercado laboral a más discriminación que a día de hoy siguen sufriendo.  

 

Esa cepa progre que promueve el final del contrato temporal mientras que aprovechan estos contratos como nadie, con miles de empleados en sus propias instituciones con contratos temporales perpetuos.

 

Podemos evadir al realidad, pero no podemos evadir las consecuencias de evadir la realidad. Aceptemos el hecho irrevocable de que la vida de cada uno de nosotros depende de su mente.

La cepa progre