domingo. 05.05.2024

Entre políticos y pañales

Borges decía: “Todos caminamos hacia el anonimato, solo que los mediocres llegan un poco antes”.

 

La mediocridad ha terminado convirtiéndose en la forma de éxito de nuestro Govern Balear, aunque los supuestos éxitos son a costa de sus votantes. Somerset Maugham decía que “solo una persona mediocre está siempre en su mejor momento”.

 

Nunca triunfa, nunca fracasa. Le permite ser valorada como alguien menos brillante, pero más estable. En el mundo paralelo de “les polítiques” es donde los mediocres mejor se desenvuelven. Porque su labor no consiste tanto en prosperar como en evitar que otros prosperen.

 

Una estrategia que le permite a muchos llegar a puestos de responsabilidad, brillantemente demostrado por gran parte de la cúpula política actual, donde gente como Juan Pedro Yllanes, Eduardo Zugiña, Félix Pablo Pindado y muchos otros dan muestra de sesgo, ignorancia, falta de ética, capacidad y visión para el puesto que ostentan.

 

Una vez en su puesto, todo resulta más fácil. Solo tienen que crear un equipo formado por personas que jamás le hagan sombra. Y si alguna vez cometen el error de contratar a una persona ambiciosa, inteligente, recta, imparcial, trabajadora, capaz de hacerles sombra, basta con despedirla.

 

La pregunta que hay que hacerse nuevamente en estos tiempos no es lo que es bueno para nuestra sociedad sino quien decide lo que es bueno para nuestra sociedad. ¿Los que pidan a ultranza seguir con el modelo turístico actual, con media docena de mega-cruceros diariamente en nuestro puerto, con los “Bettenburgen” llenos hasta la bandera y turismo de borrachera?

 

¿O los Yllanes, Zùgiñas, Armengols y compañía, que parecen no percatarse de que según el WTTC (World Travel & Tourism Council) y Oxford Economics, el 83% del PIB balear y el 80% de los puestos de trabajo dependen directa- o indirectamente del turismo y que sus comentarios e inacciones hacen un daño irreparable a la imagen del destino turístico y al tejido empresarial que se extiende más allá de su capacidad de imaginación.

 

Ambos son posiciones extremistas. Pero, cuando la turismofobia se instala en el Govern de la comunidad autónoma la cual representa el éxito turístico por excelencia, hay que dudar si nuestro sistema democrático todavía es sostenible.

 

Podríamos volver a un modelo económico sin turismo, arcaico, mucho menos desarrollado. Pero la pregunta es si estamos dispuestos a pagar el peaje que esta transición requiere. Visto las mansiones que los líderes de Podemos llaman suyos, es cuestionable que hasta los que lo reivindican a gritos tengan ganas de prescindir del nivel de bienestar que han alcanzado a pesar de la defensa de sus teorías comunistas.

 

¿Es cuestionable y mejorable el modelo turístico balear de hoy en día? Sin duda alguna. Hay mucho margen de mejora. Hay que transitar hacía un modelo más sostenible, menos masificado, de más calidad y más arraigado, abrazando al sector primario local para darle valor y autenticidad al producto turístico, en lugar de seguir en ese océano, rojo de sangre, donde se mueven las “commodities” que gran parte del producto turístico balear ha significado durante décadas.

 

Pero, construir el fundamento de está transición hacía un modelo económico balear más equilibrado y sostenible sobre las cenizas de los que se quedan en el camino por culpa de la gestión política nefasta de esta pandemia es de una crueldad infame y pone en duda la sinceridad de este Govern y el origen de la misma crisis sanitaria.

 

Termino con uno de mis citas políticas preferidas, en esta ocasión del gran Mark Twain. “Politicans and diapers must be changed often, and for the same reason”.

Entre políticos y pañales