La empresa de catering ‘La Alacena de Mallorca’ fue fundada por Paloma Cifuentes y María Elena Martin Soledad. Catering de reconocido prestigio con más de treinta años de experiencia en la organización de eventos. Empezaron ofreciendo sus servicios en fiestas particulares y de amigos. Con cariño, pasión y esfuerzo, la empresa se convirtió y es un referente de catering de alta categoría en la isla.
Paloma Cifuentes nació en Madrid y llegó a Mallorca hace unos 35 años acompañando a su marido a quien trasladaron a la isla. Paloma era ama de casa. Al poco de estar en la isla se encontró con una buena amiga mallorquina, Marilén Martín Soledad, a la cual se le había muerto un hijo. “Estaba pasando un mal momento y le dije, ¡no puedes seguir así!, hay que hacer algo”.
“Éramos amas de casa y pensamos que lo que sabíamos hacer es cocinar. Así que empezamos a cocinar congelados para personas que vivían solas y trabajaban en bancos, empresas... les hacíamos el menú de toda la semana. Nos daban las llaves de su casa, entrábamos y les dejábamos la comida en el congelador. Era comida casera”.
“Empezamos a contactar con clientes a través de amistades, el boca a boca nos funcionó muy bien, pero sin pensar en ningún momento que íbamos a llegar donde estamos”.
Muy humilde Cifuentes nos cuenta que un día uno de sus clientes les propuso preparar el catering para la inauguración de su tienda y “fue un éxito”. “Organizamos todo como si lo hiciéramos para nuestra casa, con todos los detalles”.
En ese momento, nos dice, “no había tanta competencia como ahora. Solo estábamos Menú y nosotros”. Montaron las cocinas en la parte baja de la casa de Paloma y se pusieron manos a la obra en la parte empresarial, dándose de alta como empresa y en sanidad.
Lo siguiente fue preparar una boda para 250 personas en el Castillo de Bendinat. “¡No teníamos ni idea de cómo se hace una boda! (sonríe), pero confiaron en nosotras así que decidimos que era mejor hacer un buffet que hacer un primero y un segundo. Contratamos a gente y preparamos una decoración que rompió mucho con lo que había entonces. Nos podía haber salido fatal, pero no, fue todo un éxito. Lo hicimos de nuevo como si fuera para nosotras y poco a poco nos fueron encargando para hacer más eventos”.
A partir de ahí comenzó todo y al año siguiente las contrataron en cuatro bodas. Antes hubo que poner el nombre al negocio, “lo eligió mi marido y nos gustó”. Pero tuvieron un problema, nos dice, porque en Mallorca “no se entendía qué era la Alacena, ya que aquí es el rebost”. Recuerda que una vez que iban a poner un anuncio en el periódico les dijeron, “con este nombre no vais a llegar a ningún lado”. El logo de la empresa, comenta, “era más clásico y luego nos convencieron que tenía que ser más moderno”.
La Alacena de Mallorca comenzó a crecer y en 2007 se trasladaron a una nave en el polígono de Can Valero.
“Desde el principio ha sido un proyecto muy bonito”, se emociona. “Siempre hemos sido una empresa muy familiar”. Comenzaron siendo todo mujeres, “cocinaban de cine, cada cosa sabía a lo suyo”. “No había tampoco las decoraciones que hay ahora”.
Paloma nunca se imaginó como empresaria y “lo vives como si fuese tuyo”. “Era como una fiesta, nuestra fiesta. No eran nuestros invitados, pero como si lo fueran. En todos los eventos había un ambiente muy familiar y terminabas siendo amigo de los clientes”.
Esto, dice, “lo echo de menos. Ahora no hay esta cercanía”. “Te vienen mucho con decoraciones que han visto en Pinterest… y no dejan que les aconsejes, pero tenemos clientes muy fieles”.
Todo el mundo remaba juntos, daba igual la hora que fuera, ahí estábamos”. Y al principio, dice, “nadie nos daba mucha importancia”. Les decían, pero vosotras qué os creéis, ¿que tenéis la General Motors? “Hemos sido hormiguitas y de hecho durante una época nos llamaban las hormiguitas de San Agustín. Poco a poco, con mucha constancia, no hemos dejado de estar. Nos gustaba todo porque te lo pasabas muy bien. Éramos una familia y seguimos siendo una familia.
“Ha habido momentos muy duros, de llorar, pero siempre salías y mucho más reforzada” Reconoce que notaron “muchísimo” la crisis de 2008, “como todo el mundo”, pero “preferimos mantenernos fieles a lo nuestro, teníamos claro que no podíamos bajar el precio”. En cuanto a la crisis sanitaria ocasionada por la Covid-19 asegura que la viven muy cerca de sus clientes.
“En nuestro negocio la cercanía con el cliente es total y el éxito lo basamos en la relación de confianza con nuestros clientes, por ello desde el primer momento nos pusimos a su disposición para cambiar las fechas de aquellas parejas de novios que querían disfrutar de su boda con todo el esplendor. A la vez hemos estado muy al tanto de la normativa sanitaria para poder informar correctamente a aquellos clientes que aún después de todas las limitaciones querían continuar celebrando su evento".
Con contundencia, expresa que los principios que tenían desde el inicio “siguen siendo los mismos y por supuesto nunca engañar al cliente”. “En esto somos muy rectos”. “Estamos entre las empresas más recomendadas y mejor valoradas por los novios”
La empresa ha sabido adaptarse a las nuevas tendencias en el sector y ha incorporado a su éxito profesional un equipo joven, autónomo y dinámico capaz de captar la esencia del trabajo bien hecho y asumir los valores que han caracterizado a La Alacena de Mallorca. El relevo generacional lo ocupa su hijo, Pablo de la Peña. Un relevo que, dice, fue bastante natural. “Mi hijo conoce bien la empresa y por tanto su incorporación a la dirección no fue para nada traumática.
Además, La Alacena de Mallorca siempre ha sido una empresa muy familiar entre los empleados y muchos de nuestros clientes, y en este sentido tuvo una gran aceptación”.