jueves. 18.04.2024

La honestidad siempre se impone

Valga la cuarentena obligatoria que atravieso por culpa de la expansiva variante Ómicron (a este paso nos contagiará a todos y quizás ese sea el final, ¡ojalá!) para iniciar este espacio desde el que, periódicamente, trataré desde mi humilde experiencia poner ‘un poc de seny mallorquí’ a la actualidad que nos rodea. La de aquí y la de allí, desde Mallorca (y/o Baleares) al resto de un mundo tan globalizado como esta pandemia nos acaba de volver a demostrar, si es que hacía falta.

 

Charlando estas Navidades con familiares y amigos surgió, como ‘variante’ de la pandemia, la inevitable conversación sobre vacunados y no vacunados en relación a las innumerables bajas laborales que está provocando la explosión de casos de la ultima ola de la COVD-19.

 

Sin dejar por un instante de pensar en los enfermos y la terrible cifra de fallecidos que acumulamos, el debate derivó en otro de los aspectos donde también el virus está causando estragos: la ausencia de mucho personal en las empresas, una situación especialmente agravada en aquellas donde el teletrabajo no es posible. Y un conocido soltó: “Es muy injusto que los no vacunados siendo contacto estrecho de un positivo se puedan quedar en casa -confinados- tocándose las narices, mientras los vacunado si somos contacto estrecho tenemos que ir a trabajar sí o sí”.

 

En un principio dudé de si mi interlocutor me tomaba el pelo o no, pero cuando vi a su pareja reafirmarse en esa idea deduje que no, que estaba hablando totalmente en serio. Y yo que pensaba -y pienso- que estar vacunado me da más seguridad de no enfermar grave, en primer lugar, y me da libertad para poder seguir disfrutando de la vida, del deporte, de mis amigos… y de mi trabajo.

 

Pensaba -ahora ya dudo- que la gran mayoría consideraba mejor poder ir a trabajar (y estar protegido) gracias a estar vacunado, en lugar de poder enfermar (y de gravedad) o quedarse en casa si no estoy vacunado siendo contacto estrecho. Pues igual hay muchos de éstos últimos, ya que esta versión ‘pícara’ -o irracional, a mi parecer- la he escuchado en más de una ocasión desde entonces.

 

No soy empresario, siempre he trabajado por cuenta ajena para diversas empresas. Pero siempre he defendido y practicado la ética individual para con tus responsabilidades laborales, aunque la empresa no sea tuya. Todos somos importantes dentro de un colectivo, sin el grupo bien engrasado la máquina no funciona. Y al igual que creo que la mayoría de empresarios son honrados, dedican su tiempo, esfuerzo y bolsillo a generar riqueza y puestos de trabajo; también sigo pensando que la mayoría de empleados somos igual de honestos, implicados y responsables con las tareas que cada uno tiene en función de su valía.

 

Se trata de creer en la buena fe de las personas, empresarios y trabajadores, trabajadores y empresarios. Todos vamos de la mano. Yo voy a seguir creyendo, por mucho que esta pandemia haya sacado lo peor de algunos, porque la picaresca nos ha acompañado y seguirá acompañando mientras vivamos. La honestidad siempre acaba imponiéndose.

 

Ya que mi abuela no podrá leer estas líneas, era mi lectora más entusiasta, aprovecho para agradecer a la Asociación de Industriales de Mallorca (ASIMA) y a EconomiadeMallorca la oportunidad de aportar ‘un poc de seny mallorquí’ a nuestro día a día.

La honestidad siempre se impone