jueves. 28.03.2024

Mis dudas sobra la información y desinformación

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El día 1 de mayo fue el día del trabajo, aquí optamos por no trabajar. Al fin y al cabo, es una buena manera de santificar las fiestas.

 

Así que, con más calma que otros días, abro La Vanguardia cuyos dos primeros titulares hablan de las campañas de desinformación que continuamente se lanzan desde Rusia y China. Se pone especial énfasis en la primera por dos motivos:

El primero -a nadie escapa- por la guerra de Ucrania. Póngale por favor el lector los adjetivos que quiera a la guerra y así me ahorra el trabajo de calificar lo incalificable. A partir de aquí, cabe cualquier comentario.

El segundo porque -según dice el periódico- el Departamento de Seguridad Nacional ha podido identificar el origen de un tuit, cosa que normalmente no se consigue. Resulta que el tuit en cuestión había salido de la propia Embajada rusa en España. Ha sido retirado a exigencia de nuestro Ministro de Interior.

Claro está, eso ya no importa mucho porque, una vez que uno ha lanzado un tuit, deja de poseerlo pues ya pasa a ser global, viral, universal o, en fin, lo que sea, pero lo cierto es que el tuit toma vida propia y vaya usted a saber dónde acabará y por qué medios.

Seguramente, en un futuro próximo, vamos a tener que acabar aprendiendo conceptos de biología de los tuits para descifrar su código genético y así saber si estamos ante uno verdadero o falso o, al menos, ante uno que nosotros elijamos tomar por verdadero o falso.

Parece ser que Rusia y China lanzan un montón de informaciones falsas cuyo cénit se alcanza en momentos delicados tales como una guerra (ya la tenemos) o unas elecciones (ya las padecemos) para así debilitar las democracias occidentales.

Hasta aquí todo parece claro; el problema acude cuando cierro el periódico y no consigo eliminar una idea obsesiva que me ronda por la cabeza: ¿Y si la noticia que acabo de leer es también falsa?

Quizá lo falso sea que hay campañas de desinformación acerca de las campañas de desinformación. Así las cosas, ya no sé si lo que he leído me ha servido para ser informado o desinformado. Me digo y repito una y otra vez que no, que el periódico citado (uno de varios a los que estoy suscrito) es un medio serio.

Y aquí surge mi temor: ¿Y si la desinformación es tan fuerte que ya no podemos confiar siquiera en los medios tradicionalmente serios?

Las sospechas se apoderan de mí, ya no estoy seguro de lo que pienso … ni siquiera estoy seguro de qué es lo que no pienso. En fin, mientras avanzo por el pasillo de casa no soy capaz de dejar atrás ese temor.

Al fin y al cabo, ¿qué diferencia hay entre ese tuit y uno cualquiera que el jefe de comunicación de cualquier partido político puede idear en tiempos de elecciones?

La duda impregna mi vida ¿cómo sé que Sumar no es en realidad una contrainformación para restar a los partidos de izquierda? ¿cómo sé que Vox no es una desinformación para que los partidos de derecha se tengan que arrimar al toro? ¿Existen tales partidos o son sólo campañas de desinformación?

Aún recuerdo unas armas de destrucción masiva de cuya existencia los medios de comunicación serios me convencieron hace ya casi veinte años y todavía no han aparecido. Entonces -como yo no sabía que hubiera noticias falsas y el término fake news­- ni se había inventado, pensé que nunca un Gobierno de mi país daría una información falsa de tal calibre y ya conocen el resultado: mi Gobierno (y el de Reino Unido y el de Estados Unidos) colocó la noticia a los medios de comunicación “serios” y éstos me la encasquetaron a mí con todo el equipo, foto de las Azores incluida. Y ya dejo para otro día lo de la auditoría de los atentados del 11-M.

Creo que voy a dejar de marearle con mis inquietudes y voy a llamar a la dirección del periódico para hablar con el responsable del tema, quizá le demande por la angustia que me ha creado con una noticia de cuya veracidad empiezo a tener dudas. Bueno, la verdad, me siento en la obligación de advertirle de que quizá no lo haga pues que es festivo y da pereza. Lo digo porque -continúa en mi ser ese obsesivo pensamiento sobre lo que sea la desinformación- imagino que, si no hago tal advertencia, estoy lanzando otra fake news al espacio.

En fin, me despido porque a estas alturas ya no sé si les informo o desinformo, ni siquiera si su creación obedece al deseo de una superpotencia de magnificar el caos en que hemos metido a la verdad.

Que tengan un buen día.

Mis dudas sobra la información y desinformación