Habida cuenta de la recepción que las palabras “detective privado” en los círculos de la Administración no suele ser la mejor, hay que reconocer que hay que tenerlos cuadrados para atreverse a hacer lo que hizo el Consell de Eivissa, en el año 2021. Por primera vez, o al menos de una forma abierta, decidida y valiente, una administración pública anunciaba la contratación de detectives privados para ponerlos a disposición de las FFCCSS en su lucha contra el que en aquel momento era el principal problema de la sociedad no pitiusa, sino mundial, el COVID.
En aquel momento, bares y discotecas estaban cerrados o abiertos bajo fortísimas limitaciones, y los ilegales organizaban eventos multitudinarios en villas privadas reconvertidas en discotecas conocedores de su impunidad, por supuesto sin ningún tipo de control ni regulación.
Todas las irregularidades e ilegalidades se daban cita en esas villas sin que la policía ni inspectores podían acceder sin consentimiento. Hasta que se cruzó la palabra detective por el camino, dado que alguien (muy astutamente) pensó estos sí podían comprar una entrada al evento y acceder al interior, y posteriormente, plasmar en un informe todo lo observado y vivido.
Las reacciones fueron de todo tipo: cierta curiosidad y escepticismo por parte de la sociedad, diversión y risas por parte de la oposición política (no vaya a ser que reconozcamos que una medida de nuestros enemigos es buena…) y convicción e ilusión por parte de los participantes en el proyecto. El resultado de la iniciativa fue un éxito: mi despacho tuvo la suerte de ser el pionero de un proyecto que sentó las bases para futuras licitaciones, y que se repite anualmente a día de hoy, no tiene visos de finalizar si no de reforzarse.
Y esta es la clave por la cual estoy a día de hoy escribiendo estas líneas. Recientemente apareció en prensa nuevamente otra noticia sobre la contratación de detectives privados por parte del Consell de Eivissa en su lucha contra la competencia desleal, en esta ocasión para el sector del taxi. Los detectives, en esta ocasión, contribuyeron con su trabajo a identificar a los intrusos y ponerlos a disposición de las autoridades, y debo decir, con total efectividad y eficacia. Son, en definitiva, buenas noticias para todos, excepto a aquellos que les quieren partir las piernas a los detectives (busque en Google, busque).
Y lo cierto es, y es con lo que el lector debería quedarse, que la fórmula funciona. Policías, inspectores, detectives, tienen diferentes marcos legales y regulaciones, así como diferentes posibilidades y formas de proceder. Y queda en manos de la Administración buscar la fórmula legal para que todas estas piezas encajen de forma conveniente para la sociedad. Lo raro, de hecho, no es que hayan encajado en este caso: lo raro es que una Administración haya buscado caminos nuevos para recorrer caminos viejos y encontrar así nuevos resultados.
Me gustaría , por último, aprovechar estas líneas para transmitir mis felicitaciones al Consell, por su valentía, y especialmente a mis compañeros, quienes con su excelente labor han dado un nuevo paso hacia la normalización de nuestra actividad. Enhorabuena, compañeros, y esperemos que el ejemplo cunda y la temporada que viene el abanico de posibilidades se abra todavía más.