sábado. 20.04.2024

Cuernos

Usted. Sí, sí, usted, estimado lector, no se me haga el loco, que lo sé muy bien. Ha entrado usted en Economía de Mallorca, y después de ojear las noticias del día y los sucesos habituales, ha visto usted una columna de opinión escrita por un detective privado, con la palabra “Cuernos” como protagonista única del título y en el día de San Valentín.

Y se le ha dibujado una media sonrisa en la boca, entre maliciosa y sarcástica, ávido de leer anécdotas, peripecias, y aventuras en las que la pillería, la picaresca, el vicio, son protagonistas.  ¿Verdad que sí? Pues eso, que sí, que en esta ocasión, nos olvidaremos de regulaciones varias, de legislaciones varias y demás tonterías, hoy vamos al grano y a lo que todos interesa.

Y es que, en efecto, es inevitable. Cuando alguien conoce por primera vez a un detective privado, los estereotipos son inevitables. Las referencias que el ciudadano normal tiene de nuestra profesión son básicamente las obtenidas a través de la televisión, el cine y las novelas negras, y en todas ellas, antes o después, aparece el famoso encargo de infidelidades varias, y por ellas es por las que preguntan nuestros alegados.

¿Es así la realidad? Ciertamente no es el servicio que se realiza con mayor frecuencia, en gran parte por que desde hace muchos años, la relevancia jurídica de la infidelidad es nula.

Pero eso no quiere decir que culturalmente, las relaciones sexuales y/o sentimentales fuera de la pareja estén aceptadas. Da igual que se sea hombre o mujer, adulto o joven, rico o pobre, de derechas o de izquierdas. Salvo excepciones, la idea de la fidelidad de la pareja permanece en el subconsciente colectivo y de forma esporádica, pero habitual, sigue presentándose en los despachos de detectives privados.

Y le confesaré algo: es en lo que más dinero puede llegar a gastarse un cliente. No deja de resultar paradójico, pero es así. Cuando se trata de temas jurídicos, empresariales, laborales, etc… el cliente hace cuentas y decide qué opción le conviene más, desde una posición más o menos fría y objetiva.

Pero cuando se trata del sentimiento de traición, la objetividad se resiente y lo que prevalece es el orgullo y el ver con los propios ojos lo que está pasando. Como servidor suele decir habitualmente, para que un cliente emprenda una investigación por infidelidad, solo son necesarias dos cosas: la primera que tenga el dinero necesario para ello, y la segunda que esté lo suficientemente cabreado como para no dudar en gastárselo.

 Y la combinación de ambas existen, hasta el punto de que en ocasiones el cliente acaba por proponernos vías ilegales de actuación, más bien guiado por el desconocimiento, la desesperación y el desconcierto del momento. Por supuesto, el detective privado le guiará hacia donde corresponda y no solo no aceptará ninguna línea de investigación ilícita, sino que hará lo posible por quitársela de la cabeza. Y estoy pensando en este momento en clientes quienes por formación y profesión bien conocen los límites del derecho, pero como decía anteriormente… cuando el miedo a la infidelidad entra en juego.

Me viene a la cabeza una anécdota que le voy a trasladar: hace un tiempo, tuve la oportunidad de conocer a un prestigioso detective de la península, ya jubilado, a quien traslado un afectuoso saludo si llega a leer estas líneas y recuerda la conversación. En el año 78 la infidelidad dejó de ser considerada como delito en el código penal, pero anteriormente, en efecto y aunque hoy parezca increíble, lo era.

Eso quiere decir que como delito, era perseguible por las autoridades y en el caso de ser identificado por los detectives privados, esto debían dar parte a aquellas para impedir la comisión de un delito. Cuando el “nido de amor” era localizado, se personaban en el lugar el detective privado como responsable de la investigación, la autoridad policial para impedir o denunciar la comisión de un delito y un notario… Sí, un notario.

En el caso de que los amantes se dieran cuenta de que habían sido detectados y se fugaran por la ventana antes de la entrada de la comitiva, el notario daba fé de la existencia de indicios que apuntaban a que el delito se había producido: Sábanas revueltas, fluidos corporales, et…

La escena, el adjetivo que mejor define una escena es la de Berlanguiana. Y es que como en las películas del maestro Berlanga, a quien admiro profundamente, uno empezaba con una sonrisa maliciosa y sarcástica y acababa con una expresión ojiplática y con la boca abierta. Fíjese, como usted al leer esta columna.

Juan V. Cruz Marzá, CEO en Detectives Garbo

 Link para el cuerpo del articulo:

https://detectivesgarbo.com/2022/02/07/infidelidades/

Cuernos
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