jueves. 25.04.2024

La temporada turística: entre el optimismo y el realismo

 

El Govern de les Illes Baleares ha anunciado a bombo y platillo que ya podemos decir todos adiós oficialmente a la crisis turística derivada de la pandemia. Al fin hemos recuperado el 100% de los turistas que venían a las islas antes del coronavirus, según el ejecutivo autonómico. Si leemos la letra pequeña se nos concreta que esta recuperación corresponde al mes de abril comparado con el de 2019 y que si hacemos el cómputo del año estamos al 88% que antes del parón.

 

Dicho esto comprendo que el Govern necesite inyectar optimismo en nuestra sociedad después de estos años tan complicados por no usar palabras mayores y más grotescas. Y no lo afirmo por que quede menos de un año para las elecciones. Esto lo dejo para los estrategas electorales... Ya me entienden.

 

Es muy cierto todos necesitamos empezar a sonreir pero de verdad, que respiremos por que tenemos trabajo y a poder ser estable, que se puedan pagar más tranquilamente las facturas del día a día, y las hipotecas. Que bonito sería. Imagine... como diría Jhon Lenon.

 

Ahora bien francamente no respiro en la calle este optimismo, esta alegría ni mucho menos. Es cierto que vamos lanzados en la reducción del paro, que las previsiones turísticas son buenas (similares a las 2019), que mejoran las conexiones y que nos llenaremos de turistas hasta la bandera este verano que recibimos con entusiasmo y júbilo  justo después de aprobar una ley turística restrictiva y que pretende reducir la cantidad para ir a por la calidad.

 

Discúlpenme pero en la calle se habla de la carestía de los precios empezando por la cesta de la compra, siguiendo por la gasolina y acabando en la electricidad. Se habla de que cuesta cada vez más llegar a final de mes y eso que los salarios han subido en el sector turístico.

 

Si, ya sé, me dirán algunos que la culpa la tiene Putin con la terrible guerra en Ucrania, la coyuntura internacional, las sanciones a Rusia y la inestabilidad de los mercados incluso culpen a las criptomonedas y a los especuladores si les place.

 

Y no se olviden tampoco que entre el empresariado no triunfa el optimismo. Hay esperanza contenida pero nadie se fia ya de nada. Las empresas no viven alienas a la factura de la luz, la carestía de los alimentos, del combustible y la inflación. Esto se va a reflejar en su cuenta de resultados y son muchos los que se conforman en esta temporada turística con empatar, evitar las pérdidas y seguir mirando al horizonte para ver si el panorama mejora. 

 

Es por ello que, si, que hay que vender ilusión, que hay que explicar que somos líderes en turismo, que la gente nos valora y nos ve como un destino seguro y ahora también sostenible y circular y acogedor y muchas cosas más. Pero la ilusión por si sola no basta. Hay que ser responsables y vender realismo.

La temporada turística: entre el optimismo y el realismo
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