jueves. 28.03.2024

Filosofías de vida

Cuando naces no te dan un manual que explique el funcionamiento del mundo, ni cuál ha de ser la conducta que hay que tener. Salimos a la vida solo con unas propias instrucciones de funcionamiento. Sin embargo, de una manera maravillosa, el ADN ha organizado nuestro cuerpo, garantizando una supervivencia bastante autónoma.

 

Al temperamento innato se le van añadiendo los aprendizajes que nos da el vivir con otros y así se forja el carácter. Vamos incorporado principios, valores e ideas que acaban por constituir nuestra filosofía de vida, que es la manera como te posicionas en el mundo y de eso depende nuestro bienestar.

 

Es imposible no tener una filosofía de vida, lo mismo que no se puede no comunicar. La conducta, las relaciones, la alegría, el sufrimiento y la felicidad dependen de que vivamos coherentemente con la filosofía de vida que tenemos. 

 

Aunque hay muchas maneras de construirla, no se parte de cero, porque es una actitud reflexiva ante la realidad, que recorre todo el camino que han hecho los pensadores que nos precedieron. Se van cogiendo ideas de aquí o allá, se van depurando experiencias y se va afinando la reflexión y el pensamiento crítico, que acaba destilándose en propuestas para un buen vivir.     

 

Hay algunas que vienen empaquetadas y provienen de las religiones o espiritualidades como el cristianismo, el judaísmo, el islamismo, etc. Aunque toda religión es una filosofía de vida, no toda filosofía de vida constituye una religión. Existen filosofías de naturaleza agnóstica. Todas tienen un componente básico: Son prácticas, sirven para orientar la conducta.  No son teorías que se pierden en la retórica.  Es el manual de funcionamiento para la vida.

 

Hay personas que no se han preguntado casi nada y han adoptado ideas sin pasarlas por ningún filtro. No han sabido o no han podido o no han querido elaborar nada y ya les está bien esa vida sin complicaciones, que bastante lío hay, y es más práctico funcionar en modo automático. Hay otros, sin embargo, que lo trabajan un poco más y se construyen una filosofía de vida marcada a fuego y que no la cambian, pase lo que pase.

 

Luego están los que desarrollado una conciencia (distinguir entre el bien y el mal) reflexiva, basada en la consciencia (la capacidad de reconocerse) y se plantean, con más profundidad, los valores y principios de funcionamiento, revalidándolos de tanto en tanto. No es cierto que quien más sabe, más sufre ni lo contrario. Al reflexionar sobre la realidad, buscar patrones y profundizar más, no se genera solo dolor, se genera placer, deseos, experiencias y ganas de hacer y de lograr cosas diferentes. Hay más intensidad en la vida.

 

Quiero dejar claro que no se hacen juicios de valor sobre quien tiene la mejor filosofía de vida ya que no se comparan. Es algo personal e intransferible. Cada uno tiene la suya y lo importante es estar a gusto con ella, ya que solo se rinde cuentas a uno mismo.

 

A lo largo de nuestra historia hemos mejorado mucho en el ámbito tecnológico y científico. Pasar del hacha de sílex al Iphone 11 es todo un logro. Pero en los ámbitos morales, éticos y filosóficos no se ha dado este progreso. Hoy por hoy, no hay filosofías de vida nuevas ya que la mayoría se pensaron en la antigüedad (como las grandes religiones) y continúan siendo actuales. Tenemos, casi, las mismas dudas que Sócrates o Platón.

 

El estoicismo

 

Me gustaría recordar una filosofía de vida útil y que ayuda a posicionarse en estas semanas de alta incertidumbre: el estoicismo, que es una de las doctrinas más influyentes de la historia, fundada hace 2.300 años.  No es una religión, esta basada en la lógica, la física y la ética y admite dos principios: la materia y la razón. La finalidad es la tranquilidad y la felicidad en la vida, mediante respuestas racionales y razonables.

 

¿Cómo vivir una buena vida en un mundo impredecible? ¿Cómo hacer lo mejor dentro de nuestras posibilidades mientras aceptamos lo que está fuera de nuestro control? Tiene algunos preceptos y herramientas que de una manera u otra están presentes en nuestro vivir y nos ayudan a aceptar las desgracias y adversidades. Para ello hay que distinguir lo que depende de nosotros, que es nuestra responsabilidad, y lo que no depende de nosotros, y que no sirven de nada las quejas y lamentos.

 

Parten de la premisa de que no hay nada que no podamos soportar y que aceptar el destino te ahorra una gran cantidad de energía negativa, ya que pase lo que pase, se seguirá adelante. El control de las emociones, la perseverancia, el establecer limites y mantener la imperturbabilidad de ánimo (ataraxia) nos proporciona un vivir en paz. Este proceso parte del amor a sí mismo y se extiende al amor al otro y culmina en el amor al género humano.

 

Bonito, ¿verdad? Pues no solo eso. El estoicismo tiene herramientas para conseguir que la razón ponga remedio a las adversidades de la vida. No es un decálogo de buenas prácticas, sino una guía para conseguirlo. Es simple pero no fácil. La eficaz terapia cognitiva-conceptual bebe de las fuentes del estoicismo.

 

En estas semanas de confinamiento tiene una oportunidad para revisar y actualizar su filosofía de vida. Aproveche para leer algo sobre el estoicismo, que le será muy útil para afrontar lo que venga, sea lo sea. Porque seguramente vamos a tener que actualizar la manera de entender el mundo.

 

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