viernes. 19.04.2024

 

La sociedad envejece de forma imparable, siendo este fenómeno uno de los más determinantes de este siglo, con unos efectos muy visibles en el mercado laboral.

 

La contracción de la tasa de natalidad (hoy en mínimos históricos, con una fecundidad de 1,1 hijos por mujer) y la esperanza de vida récord (que ya alcanza los 83 años) se trasladan al mundo del empleo, dando como resultado una fuerza laboral cuya media de edad alcanza hoy los 43 años, frente a los 39% de 2007, y que en 2026 llegará a los 50 años, según previsiones del INE.

 

Así, del total de personas que tienen trabajo o lo buscan en Baleares (649.300), casi la mitad (302.900, el 47%) ya tiene 45 años o más, un porcentaje que en la última década ha crecido a una velocidad media de 1,1 puntos porcentuales al año ‒en 2012, alcanzaba el 36%‒. Con este ritmo de crecimiento, todas las estimaciones indican que en el año 2030 sobrepasará el 55% de la población activa.

 

Mirando solo al grupo de ocupados (personas con empleo,) la representación sénior es similar, ya que los mayores de 45 años suponen el 47% del total de los trabajadores en Baleares. En cuanto a los desempleados sénior, representan el 44% de la fuerza laboral disponible. Estos porcentajes irán inevitablemente en aumento, a tenor de la crisis demográfica.

 

A pesar de que las personas sénior tienen un peso creciente en el mercado laboral, como demuestran los indicadores de actividad, ocupación y desempleo, su búsqueda de trabajo se torna mucho más difícil que para el resto de los desempleados. Así lo acredita el porcentaje de paro de larga duración, que en el caso de los parados mayores de 45 años roza el 6º%, frente al 47% de media general.

 

En concreto, actualmente 1.329.200 personas mayores de 45 años buscan trabajo en España (52.100 en Baleares) y el 58% es desempleado de larga duración, una cifra que da cuenta de las dificultades adicionales de la fuerza laboral sénior para acceder a un empleo

 

A la luz de lo expuesto, queda patente una contradicción: el talento sénior son una fuerza laboral dominante, con cada vez mayor representación, pero sus barreras de acceso al empleo son dobles, un hecho que dificulta su participación en el mercado laboral y que tiende a convertirles en dependientes del Estado, en lugar de contribuyentes a su mantenimiento y sostenibilidad.

 

Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco, advierte que: “las personas sénior están adquiriendo un peso creciente y dominante en nuestra economía como trabajadores, consumidores y ciudadanos, por lo que su discriminación laboral supone un profundo contrasentido. Sin embargo, no solo es importante garantizar la no exclusión de los profesionales sénior, sino que es aún más estratégico reconocerles como indiscutibles agentes activos de crecimiento y desarrollo de la sociedad, siendo su participación en todas las esferas sociales, y particularmente el empleo, esencial para un futuro sostenible y competitivo”.

 

A este respecto, el directivo apela al compromiso de empresas y Administraciones Públicas para que “el envejecimiento imparable de la sociedad vaya acompañado de una mayor conciencia y sensibilidad social. El empleo de los mayores de 45 años debe considerarse un asunto de Estado, un elemento crítico para que nuestro Estado del Bienestar sea sostenible en el tiempo. De hecho, España no podrá mantener su posición competitiva global sin la fuerza laboral sénior”.

 

La mujer sénior se enfrenta a dobles barreras en el mundo del empleo. Si bien los hombres mayores de 45 años también encuentran dificultades, suelen tener experiencias laborales más recientes en el tiempo. Además, la mujer afronta un estigma que le acompaña durante toda su vida activa: su carrera profesional tiene un menor reconocimiento social y, a menudo, es la primera en retirarse del empleo cuando la situación familiar lo requiere.

 

Ello explica que el porcentaje de desempleadas de larga duración mayores de 45 años ascienda al 61% entre las mujeres y descienda hasta el 50% entre los hombres.

 

Cabe señalar que la búsqueda de empleo de la mujer sénior acostumbra a producirse en un contexto diferente al de sus compañeros varones. Estos últimos suelen provenir de sectores y profesiones tradicionalmente masculinizadas (oficios, industria, automoción, etc) y, ante episodios de crisis, se quedan sin empleo, encontrado dificultades para reengancharse en sus áreas de procedencia. 

 

Sin embargo, las mujeres afrontan la búsqueda de trabajo tras largos periodos de inactividad, principalmente como consecuencia de una disminución de sus responsabilidades familiares o debido a que su cónyuge ha perdido el trabajo y deciden buscar empleo para apoyar a una economía doméstica resentida.

 

Además, a estas situaciones se une actualmente una nueva circunstancia: “En este contexto de nueva normalidad, nos encontramos con muchas mujeres mayores de 45 años que perdieron su empleo en plena pandemia en sectores como el servicios que, a pesar de su habitual dinamismo, ya no están generando las mismas oportunidades profesionales.

 

Es fundamental incidir en el acompañamiento individualizado, dotando a las mujeres de habilidades, conocimientos y competencias que les permitan conectar, en el menor tiempo posible, con los nichos de empleo emergentes como el sociosanitario, el logístico o la atención al cliente, evitando así la cronificación de su desempleo y la exclusión social”- explica Begoña Bravo, responsable del plan de Integración de la Fundación Adecco

Casi la mitad de las personas que tienen trabajo o lo buscan en Baleares tiene 45 años...