jueves. 10.10.2024

Un cuento de terror…

(Me van permitir esta licencia literaria)

 

rafs
rafs
Una figura sombría emerge de la penumbra, revelando al hombre conocido como "doctor" en la clínica de eliminación de sesgos. Él se disculpa por los inesperados resultados del procedimiento y explica que, aunque se eliminaron los sesgos originales, surgieron otros nuevos y desconocidos. Ella se siente aterrorizada y confundida, sin entender lo que le han hecho. El doctor admite no saber cómo afectarán estos cambios a su mente ni cuáles serán las consecuencias.

 

La incertidumbre y el miedo la consumen, mientras el doctor lamenta no poder deshacer lo que ha sucedido, pero promete hacer todo lo posible por ayudarla. Otros especialistas llegan para estudiar el caso, pero ninguno tiene respuestas claras debido a la singularidad de la situación.

Atrapada en su propia mente, experimenta pensamientos caóticos y emociones desbordantes. La falta de sesgos ha desencadenado un torrente de ideas contradictorias y percepciones distorsionadas. La desesperación crece en su interior.

Recuerda que lo que le había traído a la clínica era la necesidad de tener pensamientos más precisos y evitar distorsiones. Tenía que procesar, interpretar y evaluar situaciones y personas, y no quería tener distorsiones, o, al menos, que fueran las mínimas. Era consciente de que sus creencias, su educación y sus experiencias le habían dado unas gafas para ver la realidad, que no eran nada exactas, llenas de sesgos y prejuicios. Y debido al trabajo que realizaba, no podía cometer errores. Por eso había venido.

Ahora se pregunta si podrá recuperar su antiguo sentido de la realidad y si volverá a ser quien era antes. Decidida a encontrar respuestas y superar los efectos oscuros de la intervención fallida, se arma de coraje y se adentra en el laberinto de su mente, dispuesta a enfrentar sus miedos y encontrar la verdad en medio de la distorsión.

... a propósito de los sesgos.

Así concluye el cuento, la fantasía frustrada de la protagonista de vivir una vida sin sesgos, con una mente equilibrada, libre de influencias de experiencias, creencias, cultura y otros factores. Un anhelo de tener una mente capaz de procesar información de manera neutral y tomar decisiones fundamentadas en hechos y evidencias. Un ideal en el que podríamos evaluar a las personas y situaciones de manera justa y equitativa. 

Si bien los sesgos pueden ser útiles en ciertos contextos, también reconocemos que nuestro cerebro no siempre es un observador imparcial y objetivo. Por ello, recomiendo al lector que actualice su conocimiento sobre ellos y sus tipologías (el sesgo de halo, el de encuadre, el de atribución y el sesgo de falso consenso, entre otros) para desarrollar una mayor conciencia de ellos. De hecho, existe un sesgo en particular, el sesgo del punto ciego, que dificulta enormemente esta toma de conciencia y nos hace creer que no tenemos sesgos, aunque nos resulten evidentes en los demás.

En tiempo de elecciones, los sesgos se despliegan. La realidad es que nuestro voto rara vez surge de un análisis exhaustivo de las propuestas de los diferentes partidos para elegir la opción más adecuada. Nos convertimos en víctimas del sesgo de confirmación, que nos impulsa a buscar pruebas que respalden nuestras creencias existentes, mientras rechazamos o reinterpretamos aquellas pruebas que no se alinean con nuestras convicciones. Como bien señala José Antonio Marina: "Estamos más interesados en tener razón que en estar informados, de ahí que sigamos leyendo siempre el mismo periódico".

Incluso la inteligencia artificial (IA) no escapa a los sesgos, ya que es entrenada por seres humanos que utilizan datos que podrían contener sesgos derivados de desigualdades y discriminaciones del pasado. Existe el riesgo de que la IA reproduzca o amplifique esos sesgos, perpetuando la discriminación y la desigualdad. Por esta razón, es crucial adoptar enfoques éticos que regulen su desarrollo y aplicación.

En lugar de aspirar a una vida completamente libre de sesgos, resulta más realista y constructivo trabajar en ser conscientes de nuestras propias predisposiciones y esforzarnos por desafiarlos y superarlos cuando sea necesario. Esto implica estar dispuestos a escuchar y considerar diferentes perspectivas, cuestionar nuestras suposiciones y prejuicios, y mantenernos abiertos al aprendizaje y al crecimiento personal. Todo esto supone un trabajo de introspección constante.

Un cuento de terror…