viernes. 29.03.2024

El autoengaño en el autoconocimiento

Hace poco participe en un debate donde hablamos de las competencias esenciales para la vida. No hay más de una docena, entre las que sobresalen el autoconocimiento, la autoestima y el espíritu crítico.

 

El espíritu crítico se va desarrollando a base de cuestionar los principios, valores y el contexto donde se convive para formarse un criterio propio que faciliten las decisiones. Oscila entre la obediencia ciega a las normas impuestas por otros y la rebeldía por la rebeldía, oponiéndose a todo.

 

No sé quién decía que “un fanático es un ignorante con espíritu crítico” y no deja de llevar razón, ya que el criterio propio se nutre de una información contrastada sobre los temas que tenga de decidir. Es un proceso que tiene tres fases:  reunir y contrastar hechos e informaciones, buscar fuentes diferentes y profundizar para entender. Los fanáticos tienen miedo a utilizar la duda para validar sus férreas opiniones. En el debate, llagamos pronto a un acuerdo.

 

Pero con el autoconocimiento fue otra cosa. Está claro que aporta luz a los puntos fuertes y a los no tan fuertes de cada uno y permite el desarrollo personal. Es una manera de tener “los pies en el suelo”. Las personas que se conocen bien saben gestionar mejor sus emociones, incluso en situaciones de alta tensión. La inteligencia emocional, tan desarrollada últimamente, parte del autoconocimiento. Conocerse está ligado a la autorreflexión y a la mejora de la salud mental. No cabe duda de que es una competencia esencial que requiere tiempo y atención.

 

En otros artículos he hablado sobre sesgos y cómo producen una desviación en el procesamiento mental, lo que lleva a una distorsión y a un juicio inexacto, con conclusiones teñidas de irracionalidad de la que no somos conscientes.

 

Tenemos multitud de sesgos, cómo, por ejemplo, la inclinación de ver eventos pretéritos como predecibles o la tendencia a interpretar la información que confirman nuestras preconcepciones o creer que las propias opiniones y creencias están más extendidos y aceptados de lo que realmente están. Lo grave es que los sesgos son invisibles para los que los tienen.

 

Existe un sesgo de “superioridad ilusoria” en el cual los individuos incompetentes tienden a sobreestimar sus habilidades, mientras que los individuos altamente competentes tienden a subestimar sus habilidades en relación con la de otros. Es el efecto Dunning-Kruger (DK) y las personas afectadas por este sesgo tienen disminuida la capacidad para el autoconocimiento. Estos dos psicólogos de la Universidad de Cornell, realizaron investigaciones donde los participantes fueron preguntados acerca de cómo estimaban su grado de competencia y luego se les hizo responder a un test para comprobar su competencia real.

 

Los resultados fueron muy reveladores: cuanto mayor era la incompetencia del sujeto, menos consciente era de ella. Y en caso contrario, cuanto más competentes y capacitados eran, más tendían a infravalorar su competencia. Cuanto menos sabemos, más listos nos creemos.  Ya lo dice el antiguo refrán: “La ignorancia es atrevida”. 

 

De hecho, el efecto Dunning-Kruger se puede apreciar en todas las áreas de la vida. Un estudio realizado en la Universidad de Wellington reveló que el 80% de los conductores se califican a sí mismos por encima de la media, lo cual, obviamente, es estadísticamente imposible.

 

Las conclusiones de este preocupante estudio indican que las personas incompetentes:

  1. Se muestran incapaces de recocer su propia incompetencia
  2. Tienden a no poder reconocer la competencia de las demás personas
  3. No son capaces de tomar consciencia de hasta qué punto son incompetentes.
  4. Si son entrenados para incrementar su competencia, serán capaces de reconocer y aceptar su incompetencia previa.

 

Los efectos del DK pueden ser demoledores e interesa minimizarlo, en primer lugar, en nosotros mismos. Hay algunas claves que nos pueden ser útiles:

  • Conocer y ser conscientes de que existe.
  • Incorporar la duda en nuestro razonamiento.
  • Cambiar la discusión por el debate. No intentar imponer tu opinión.
  • Opinar desde el respeto al otro, con humildad y mentalidad de aprendiz

 

¿Qué podemos hacer para disminuir este sesgo en el equipo? Primero, intente identificar quién puede estar “contagiado” del efecto DK. Hay que ser paciente y ayudarle para identificar las debilidades. Póngase como ejemplo y reconozca sus propias carencias. No le extrañe que este efecto puede ser un mecanismo de protección ante inseguridades o limitaciones. Segundo, facilite formación en las áreas que tienen pocos conocimientos. Se darán cuenta de ello y incrementarán la humildad.

 

El filósofo Bertrand Russell ya afirmó que “uno de los dramas de nuestro tiempo reside en que aquellos que sienten que tienen la razón son estúpidos y que la gente con imaginación y que comprende la realidad es la que más duda y más insegura se siente”. Si ve algo la televisión podrá identificar, sin mucho esfuerzo, personajes infectados del efecto Dunning-Kruger.

 

El autoengaño en el autoconocimiento