viernes. 19.04.2024

El constructor y promotor Jaume Bibiloni Rosselló nació en 1944 en el seno de una familia payesa de Santa Margalida que vivía de la explotación de sus tierras.

 

Inquieto por naturaleza, compaginó los estudios con sus tareas en la agricultura y ganadería. Terminó el Ballicherato en Palma e inició la carrera de arquitectura en Barcelona, aunque lo dejó para hacer el servicio militar y así quedar libre cuanto antes.

 

En aquel momento la mili era un lastre de 18 meses y su idea era incorporarse lo más pronto posible a sus estudios y al trabajo que simultaneaba. Y lo cierto es que desde 1967 no ha parado de trabajar: Lleva cincuenta y tres años cotizando a la Seguridad Social de forma ininterrumpida.

 

“Mi trabajo es mi hobbie, mi diversión y un lujo a estas alturas de la vida. Y si a una persona la sacas de lo que sabe hacer y disfrutar...”, dice incombustible a sus 76 años.

 

“Mi trabajo es mi hobbie, mi diversión y un lujo"

 

Su trayectoria laboral arrancó en Santa Ponça, en la promotora y constructora francesa Jacques Fournet S.A.. Allí permaneció tres años y conoció todos los entresijos de la profesión. La empresa desarrollaba apartamentos que se vendían sobre todo a franceses y belgas.

 

“Era una fiebre en la que todos los extranjeros compraban”, asegura el empresario. Gracias a sus conocimientos de francés, con apenas 23 años, Bibiloni asumió el papel de responsable de obras y clientes. En ese momento conoció a Paco Ruiz. Una persona clave en su carrera, ya que más adelante se convirtió en su mano derecha, persona de confianza de la familia y apoderado de todas las sociedades que ha constituido. Hasta que Ruiz se jubiló, su carrera ha estado siempre ligada a la de Bibiloni.

 

El veterano promotor y constructor siempre tuvo claro que quería trabajar por su cuenta y en 1971 llevó a cabo su primera promoción inmobiliaria. Paco Ruiz se incorporó poco después. “Eran tiempos en los que se llevaba mucho las operaciones de permuta. El trato personal y la palabra ya eran en sí un contrato”, recuerda.

 

Trabajó a título personal y con diferentes sociedades, hasta que en 1982 fundó Jaime Bibiloni S.A.. A lo largo de su carrera ha promovido y construido más de 400 proyectos de todo tipo: viviendas, chalets, naves, equipamientos, oficinas, urbanizaciones...

 

Dada su amplia experiencia, ha sido testigo en los últimos 50 años de la evolución urbanística, de la trayectoria del precio de vivienda y de los constantes cambios en las diferentes normativas. Su papel en el sector hizo que participara en la fundación de la Asociación de Constructores y Promotores de Baleares siendo miembro activo en la Junta directiva que se creo en 1982.

 

Ha vivido los vaivenes cíclicos de la economía que se han ido sucediendo a lo largo de “Llevaba la empresa en la cabeza. Te levantas con ella y te acuestas con ella medio siglo.

 

La crisis del petróleo de 1973 dejó toda Europa paralizada. También recuerda la de los 80, la del 92 con los recordados Juegos Olímpicos de Barcelona como telón de fondo y, sobre todo, la que afectó al ‘ladrillo’, que ya podría decirse que es la penúltima.

 

“Las he pasado todas”, señala. Pero la que estalló en 2008 afectó de lleno al sector inmobiliario. En aquel momento, la banca tachó al sector constructor-promotor “a nivel basura”. ¡No nos querían ni ver!”, recuerda Bibiloni, y advierte que: “Desde entonces el panorama se ha vuelto mucho más complejo y global”.

 

La Banca no hizo las cosas bien como se ha demostrado (rescate bancario, banco malo, Frob, fusiones, etcétera). Cuando ya parecía que todo volvía a rodar, estalló en 2020 la pandemia del coronavirus. “Esta crisis sanitaria que estamos viviendo cambiará los hábitos en muchos sectores productivos y los expertos económicos no se ponen de acuerdo en las recetas que tienen que aplicar”, vaticina Bibiloni.

 

Desde la visión que le aporta su experiencia en el sector, cree que: “Las instituciones (Govern, Consell insular y Ayuntamientos) tendrían que tener un poco más de empatía hacia los empresarios y autónomos. La burocracia las está ahogando y mucha inversión se pierde por el camino”, cuenta Bibiloni, que echa en falta una normativa clara y estable para poder trabajar a medio plazo y crear buenos equipos de trabajo.

 

"En estos momentos no perder el puesto de trabajo ya es un éxito, no hablemos de la posibilidad de crearlo"

 

“En estos momentos no perder el puesto de trabajo ya es un éxito, no hablemos de la posibilidad de crearlo. El paro es una lacra que rompe las estructuras más débiles de las familias y la sociedad. Los políticos tendrían que priorizar toda su labor para la creación de empleo”, dice el empresario. El nivel de pobreza está aumentando en todos lo sectores y los responsables políticos tendrían que consensuar esfuerzos para paliarlo.

 

“La Administración tiene todo el poder necesario para que los trámites burocráticos se hagan cumplir en unos plazos razonables. Todo depende de la voluntad política. Si hubiera mas seriedad en agilizar las tramitaciones se paliaría el paro y facilitaría la recuperación económica que hace falta para todos. Hace falta una gestión responsable para el desarrollo de planes que no

 

“Las instituciones tendrían que tener un poco más de empatía hacia las empresas. La burocracia las está ahogando y mucha inversión se pierde por el camino”  Y pone de manifiesto que, en todas las legislaturas, los partidos políticos “han llevado en su programa electoral el fomento de la vivienda protegida, pero han carecido de gestión eficaz para su desarrollo. Es complicado hacer entender al ciudadano que las tres administraciones no se ponen de acuerdo en materia urbanística. Y esto se debe a una carencia de ‘gestión profesional’ y ‘sentido común’”, sentencia con contundencia.

 

La burocracia tiene un coste muy elevado para nuestro sector. Actualmente sus hijos Juan Miguel y Carlos llevan las riendas de la empresa y disponen de “un equipo humano muy competente, cosa que no ha sido fácil. Yo estoy donde mejor pueda servir y no entra en mis planes la jubilación”, advierte Jaime Bibiloni.

 

Contempla la situación desde su experiencia y ha sabido tomarse con filosofía las vicisitudes del sector. Es la ventaja de cumplir años. Expresa que Jaime Bibiloni S.A. es una empresa local y familiar. “Tenemos volumen, pero nunca hemos tenido intención de crecer”.

 

Como empresario, atestigua que no tiene horarios. Cuando estaba en activo “trabajaba catorce horas al día y no existían las vacaciones”. El empresario aún recuerda cuando “llevaba la empresa en la cabeza. Te levantas con ella y te acuestas con ella. Sábados y domingos. Ahora estoy en otra fase. Son mis hijos quienes llevan la empresa y no me necesitan”.

 

Comparte el sentir de que los empresarios se sienten maltratados pese a que crean puestos de trabajo y, en su caso, su objetivo es crear viviendas. Ahora, desde su “En estos momentos no perder el puesto de trabajo ya es un éxito, no hablemos de la posibilidad de crearlo”. 

 

La jubilación, desde luego, no entra en sus planes.

Bibiloni: “Las instituciones tendrían que tener un poco más de empatía hacia los...
Entrando en la página solicitada Saltar publicidad