jueves. 25.04.2024

Cincuenta años trabajando en la empresa familiar, Bartolomé Juliá está jubilado pero “activo”, como dice él sonriendo. No deja de venir a la empresa cada día, ahora solo por las mañanas, porque “por las tardes los nietos tiran”.

 

Este empresario nació en 1949 y vivió su infancia en el negocio familiar. Cuenta que las primeras lecciones que le decían sus padres era: “Haz las cosas bien y las encontrarás, no te comprometas si no puedes cumplir un compromiso, pues seriedad ante todo”.

 

Siendo el mayor de los hermanos, cuenta, “tuve que tomar la decisión de si me incorporaba de lleno en la empresa familiar y a los dieciocho años estudié profesorado mercantil en la Escuela de Comercio de Palma. Obtuve conocimientos de gran utilidad para gestionar y administrar el negocio, aparte de esto aprendí la dimensión humana y el saber de mis compañeros de promoción. De todo y de todos se aprende, de mi padre aprendí que sabía rodearse de buenos colaboradores que le ayudaron a crecer, la prueba está en la cantidad de ellos que se han jubilado y siempre han estado trabajando en la misma empresa”.

 

La trayectoria empresarial de Bartolomé Juliá pasó por seguir formándose con cursos que organizaba el IBEDE, promovidos por ASIMA. “Entonces venían personalidades del mundo de la economía y de la empresa, lo cual te ayudaba a conocer gente y lo que piensan en este mundo cambiante de la economía”.

 

Juliá tiene muy claro que el ambiente de trabajo “te crea un áurea de dinámica y casi sin darte cuenta estás inmerso en el negocio”. Puede haber dudas, asiente, “pero cuando tienes un papel que desempeñar y un objetivo, hay que trazar una meta”. “Los trabajadores confiaron en mí y yo en ellos”.

 

En Casa Juliá, como en otros muchos otros negocios, han pasado años complicados con la crisis financiera del 2008. “Fueron años difíciles, creo que casi nadie se escapaba”. “Al tener la empresa económica consolidada, superamos todos los baches que había, pero la crisis estaba”, apostilla.

 

Con un espíritu positivo, exclama que “a pesar de las dificultades uno se arma de ánimo y voluntad que en el fondo es una prueba que tienes que pasar”. En Casa Juliá, dice, “hemos ido dando saltos de gran utilidad”. En el año 71 hicieron una ampliación de un local nuevo de 1.400 metros en la calle Marqués de Fuensanta y “fue el salto”, expresa.

 

Fue cuando Bartolomé Juliá se incorporó de lleno tras terminar los estudios. En ese momento, cuenta, “le ofrecieron a mi padre llevar la distribución de la marca de pinturas marinas Hempel, esto nos ayudó mucho a dar un paso más y a crecer, como era una distribución teníamos que ocuparnos de toda la isla de Mallorca. Llevamos más de cincuenta años distribuyendo esta marca”.

 

Una vez consolidada la tienda en la calle Fuensanta, en perspectiva de que venían los hijos, dieron un paso más y en el año 2001 se trasladaron al polígono Son Castelló, a una nave más pequeña de la que están ahora. Más tarde, en 2014, abrieron un nuevo establecimiento en Manacor, con la intención de atender la demanda en la zona del Llevant. En la línea de negocio, incorporaron un grupo de compras, el Grupo Pyma, paralelo a la actividad que tienen de pinturas, maquinaria y todo lo que sean anexos a este gremio.

 

“Nos mantenemos y es uno de los pilares para seguir trabajando en la empresa”, afirma. Sus hijos, Toni y Lorenzo son la tercera generación en incorporarse a este negocio familiar. Estudiaron en Barcelona comercio y marketing, y una vez finalizados los estudios se incorporaron a la empresa y con ellos, su perspectiva. “Se consideran continuadores y están implicados en el negocio”, destaca.

 

“Nos mantenemos y es uno de los pilares para seguir trabajando en la empresa”

 

Ayudan con espíritu emprendedor y han estado en la última ampliación del local que tienen en el Polígono Son Castelló, en unas instalaciones de 2.000 m2. No niega que hubiera dudas e incluso que se plantearan traspasar el negocio, vender o seguir, pero ante la disyuntiva, explica, “les dije que estaría a su lado y que les iría cediendo la dirección”.

 

Le preguntamos qué consejos les ha dado a sus hijos, ¡varios!, dice, pero sobre todo “mantener y practicar los valores que nos han traído hasta aquí y no perderlos de vista en ningún momento. Valores son, aparte de la seriedad y la palabra dada, ser fiel a ti mismo, constancia, esfuerzo, entusiasmo. Tiempo para desarrollar todo esto y ser honrado contigo y con los demás. No engañar a nadie ni a ti mismo”.

 

Juliá está de acuerdo con los consejos de su padre, “que observando y escuchando se aprende de las personas y de los empresarios con éxito”. Lo que más le ha gustado de su trabajo son los pequeños logros del día a día, “una pequeña satisfacción que te invita a seguir, y otro día, es como capítulos, uno detrás de otro”.

 

“Hay grandes decisiones, pero cada día hay que ir tomando decisiones… y si ves que hay una respuesta positiva te animas y no “Sin apenas mirar el reloj, lo importante es cumplir y terminar con el objetivo propuesto”  te das cuenta y pasan los días, los años, y vas sumando, y poco a poco ves que vas construyendo tu forma de ser a la realidad, y es positiva y esto te anima a continuar cada día”.

 

Con la situación económica como consecuencia de la crisis de la Covid-19, opina, “acarrea unas consecuencias negativas en la economía, incidiendo de manera importante en lo social, debido a una escasa previsión de los gobernantes”.

 

Al respecto, comenta, “el comienzo de 2020 antes de la crisis había sido mejor que el año anterior y gracias a los ERTEs habrá sido más llevadero salvando los puestos de trabajo, pues el empresario quiere a ser posible mantener la plantilla”.

 

En el caso de su empresa, dice, “entendemos que lo vamos a conseguir. Si el turismo se abre lo antes posible, estaremos en el buen camino para salvar la economía y puestos de trabajo”. Jubilado activo, hace casi lo mismo que hacía unos años atrás, ¿por qué?, se pregunta, “porque es tu vida, te sale espontáneamente”, responde.

 

"Si el turismo se abre lo antes posible, estaremos en el buen camino para salvar la economía y puestos de trabajo”

 

También, añade, “está el sentido de la responsabilidad, el empresario tiene una responsabilidad jurídica y social”. Quiere realzar la figura del buen empresario, de la labor callada del día a día, y del reconocimiento a la sociedad. “Cuando uno tiene un mal día, hay que hacer la retrospección de uno mismo”.

 

En Casa Juliá son ya cerca de 30 empleados y pueden presumir de haber cumplido 72 años de historia. También pueden presumir de haber celebrado las bodas de oro con la marca de pinturas Hempel, en el 2018. Orgulloso nos cuenta que en dicha celebración se reunieron clientes y trabajadores veteranos que se han jubilado en la empresa, tanto de la generación de su padre como de la suya, con los que hay una relación “familiar y jovial” excelente. Fue una gran fiesta familiar que disfrutaron en compañía de toda la familia y como culmina él, “a seguir sumando”.

Bartolomé Juliá: "El empresario tiene una responsabilidad jurídica y social"