jueves. 25.04.2024

La opinión está matando al pensamiento

Me sorprende ver como un tertuliano puede opinar, en apenas un cuarto de hora y además cargado de razones, de la compleja vida de Rociito, la Pandemia, el efecto secundario de las vacunas, la problemática del Brexit y el planteamiento de la selección española de fútbol.

 

Y además, les pagan por opinar.

 

“Bueno, para mi …” es la frase que escucho de manera repetitiva. Habría que hacer un tratado de la “Paramilogía”. Opinan, opinan, opinan … ¿pero piensan lo que dicen? ¿con qué criterio, estudios, base científica … hablan?

 

O hemos hecho masters ocultos de virología e inmunología o, por ejemplo en este caso, me admira los conocimientos que tiene el pueblo llano sobre temas que llevan años y años de estudio científico para poder dar una opinión con criterio (pensamiento).

 

Es evidente que resulta más sencillo opinar que reflexionar. Lo primero es gratis, lo segundo requiere estudios y esfuerzo.

 

En el ámbito empresarial, también me sorprende la cantidad de trabajadores que opinan lo que debería hacer el Director General de la compañía para subir el Ebitda de la misma o la facilidad del Propietario para opinar sobre la falta de eficiencia y compromiso de sus trabajadores en aras de alcanzar mejores resultados, máxime en los casos en los que jamás se ha invertido en ellos.

 

¿Y qué hacemos?

 

Porque también es evidente que uno no puede saber de todo.

 

Hay un valor en la vida (que al encarnase en uno se convierte en virtud) con el cual podemos funcionar mucho mejor, que es el de la humildad. La humildad es una virtud humana atribuida a quien ha desarrollado conciencia de sus propias limitaciones y debilidades, y obra en consecuencia.

 

Como virtud, la humildad reúne una serie de características manifiestas en el comportamiento del ser humano, no en las normas que cumple.

 

No necesita de estudios, pero sí de pensamientos que hagan que nuestros comportamientos sean adecuados a nuestro estilo de vida en aras a sacar nuestra mejor versión y la de los demás.

 

Gracias a esa humildad aplicada al comportamiento humano, sabremos valorar el trabajo y el esfuerzo del ajeno, reconocer aunque relativizar las virtudes propias, admitir y luchar por mejorar las propias limitaciones, expresarse con afabilidad, actuar con modestia, sencillez y mesura, percibir las relaciones sociales desde la horizontalidad, escuchar a los demás, tomar en cuenta sus opiniones y respetar genuinamente a los demás.

 

Por medio del pensamiento y la reflexión las cosas nos llegan, por medio de la acción las conseguimos. La debilidad de la actitud se vuelve la debilidad del carácter. Los hábitos nos convierten en mejores o peores personas. Hay que buscar el equilibrio en el movimiento y no en la quietud, en el pensamiento y no simplemente en la opinión.

 

A nivel de la alta dirección hay dos cosas que son muy importantes. Primero, la visión estratégica.

 

Sin embargo, una vez creada la estrategia, la implantación solo se puede llevar a cabo a través de las personas. Eso significa que hay que saber motivar, persuadir, comunicar e influenciar y todos estos conceptos están encuadrados dentro de las habilidades emocionales, que no se consiguen con opinión sino con estudio y reflexión.

 

Cuando surge un conflicto en una relación solo existen tres alternativas; sumisión, huida o gestión. La primera nos somete, la segunda no resuelve nada y la tercera es la única opción.

 

¿Y que hacer cuando la opinión mata al pensamiento?

 

Dicen que los cuentos se inventaron para ayudar a dormir a los niños y ayudar a aprender a los mayores. Así que ahí va uno...

 

El burro le dijo al tigre:

– «El pasto es azul».

El tigre respondió:

– «No, el pasto es verde».

La discusión se calentó, y los dos decidieron someterlo a un arbitraje, y para ello concurrieron ante el león, el Rey de la Selva.

Ya antes de llegar al claro del bosque, donde el león estaba sentado en su trono, el burro empezó a gritar:

– «Su Alteza, ¿es cierto que el pasto es azul?».

El león respondió:

– «Cierto, el pasto es azul».

El burro se apresuró y continuó:

– «El tigre no está de acuerdo conmigo y me contradice y molesta, por favor, castígalo».

El rey entonces declaró:

– «El tigre será castigado con 5 años de silencio».

El burro saltó alegremente y siguió su camino, contento y repitiendo:

– “El pasto es azul” …

El tigre aceptó su castigo, pero antes le preguntó al león:

– «Su Majestad, ¿por qué me ha castigado?, después de todo, el pasto es verde».

El león respondió:

– «De hecho, el pasto es verde».

El tigre preguntó:

– «Entonces, ¿por qué me castigas?».

El león respondió:

– «Eso no tiene nada que ver con la pregunta de si el pasto es azul o verde. El castigo se debe a que no es posible que una criatura valiente e inteligente como tú pierda tiempo discutiendo con un burro, y encima venga a molestarme a mí con esa pregunta».

 

La peor pérdida de tiempo es discutir con el necio y fanático al que no le importa la verdad o la realidad, sino sólo la victoria de sus creencias e ilusiones. Jamás pierdas tiempo en discusiones que no tienen sentido… Hay personas que por muchas evidencias y pruebas que les presentemos, no están en la capacidad de comprender, y otras están cegadas por el ego, el odio y el resentimiento, y lo único que desean es tener la razón aunque no la tengan.

 

Cuando la ignorancia grita, la inteligencia calla.

 

La opinión está matando al pensamiento
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