martes. 16.04.2024

Trump, el Brexit y el Fascismo

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Donald Trump y el resultado del Brexit son productos, ambos, de nuestro contexto histórico. El capitalismo neoliberal en su fase decadente, en la que se ha dedicado a saldar la estafa de la crisis a costa de la expulsión de amplias capas de la población de lo que podríamos denominar el circuito del bienestar, se parece bastante a aquel capitalismo postimperialista de los años posteriores a la I Guerra Mundial.


En Europa, después de los años 20 del siglo pasado, vinieron el fascismo y el nazismo, pensados sobre todo para cooptar (y despistar) a las clases populares de la que los amos de la guerra se habían servido para su particular guerra de intereses tan económicos como geoestratégicos. Unas clases populares que organizadas en partidos y sindicatos amenazaban el status quo.


Por ello, desde los poderes financieros se promocionaron productos políticos como Hitler que se les llegaron a ir de las manos, dando lugar a uno de los mayores genocidios de la historia de la humanidad y a una nueva Gran Guerra.

 

Un siglo después, la vieja y la nueva Inglaterra, a uno y otro lado del Atlántico, reunen en el Brexit y en Donald Trump la misma expresión protofascista que amenazaba el continente europeo hace a penas un siglo: racismo y populismo ultranacionalista partidario del cierre de fronteras.


Lo peor de todo es que son las clases populares -blancas, eso sí- vilipendiadas por la crisis las que apoyan este tipo de opciones, y ni a uno ni otro lado del charco las alternativas que hay sobre la mesa se sostienen. En Estados Unidos, Hillary Clinton es la viva imagen del establishment, por mucho que las megacampañas norteamericanas intenten hacer milagros. Y para los chavs británicos y sus familias, la Europa neoliberal y excluyente no parece por ahora un proyecto dispuesto a devolver la vida a las viejas ciudades industriales como Manchester o Liverpool que por cierto fue otra neoliberal, Margaret Thatcher, quien se las cargó. No fue Bruselas, no.


No quiero ser apocalíptico. Por ahora la única Guerra Mundial a la vista es la "Guerra Mundial Z", la invasión de los zombies: los zombies son ellos, y se resisten a que abandonemos el miedo como biosfera. Pero o empezamos a empoderar a las clases populares y a generar modelos políticos, sociales, institucionales, etc. inclusivos, o vienen malos tiempos, que en todo caso ya están aquí. De nosotros depende que estos años oscuros supongan un ciclo corto, o un ciclo largo. Algunos seguiremos luchando para que la pesadilla dure lo menos posible, y porque los espacios de resistencia puedan ser el germen de una pronta refundación de Europa en clave humanista.

Trump, el Brexit y el Fascismo
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