miércoles. 24.04.2024

Flores contra porras

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Esta semana junto con otras diputadas y diputados repartimos flores a los ocupantes de todos los españos del hemiciclo, al personal, periodistas y público asistente a la última sesión del pleno del Parlament.

 

Fue un acto simbólico con el objetivo de visibilizar que las flores, como metáfora del diálogo y la palabra, son mucho más efectivas que la porra. Porra y cargas policiales sin precedentes en estos 40 años de presunta democracia que dejaron cerca de 900 heridos en Catalunya el domingo 1 de octubre, gente pacífica que quería ejercer su derecho al voto, o sencillamente proteger los colegios electorales.

 

Pero la herida más grande, provocada por la negación del diálogo por parte del gobierno de España como herramienta para la resolución del conflicto, la voladura de la separación de poderes, el uso de la fuerza por parte del aparato del Estado, o el discurso de anoche del monarca, será difícil de cerrar.

 

Porque se trata de una herida que empieza en Catalunya o con Catalunya, pero es una herida profunda que gracias al ensañamiento de quienes esgrimen la Constitución cual puñal, afecta a los órganos internos de la democracia y el Estado de derecho en su conjunto, y de difícil curación.

 

Más allá de ideologías y de patrias, de izquierdas y derechas, quien es capaz de justificar la carga policial con un borreguil "pues hubiera cumplido la ley" me parece sencillamente un miserable, y pone en evidencia la precaria cultura democrática que hay en España. Quienes defienden a toda costa la bandera de la unidad de España son los mismos que se la han cargado a golpe de falta de respeto hacia la diversidad, los mismos que han desmantelado el llamado "estado del bienestar" y han recortado servicios públicos, los mismos que han vaciado las arcas públicas con la corrupción que pagamos todos.

 

Actuaciones como la del domingo, discursos como el de los máximos dirigentes del PP haciendo apología de la violencia, la amenaza a cargos electos, la manipulación de la información -recuerden el comunicado de los trabajadores de TVE en protesta por la manipulación informativa que sufren- y la coerción de la libertad de expresión, o el discurso del rey en tono amenazante, no sólo no auguran nada bueno, sino que alientan a lo peor de la ultraderecha que en estos días ha vuelto a salir a las calles a gritar "arriba España" y a cantar el "Cara al sol".

 

Permítanme que no sea nada optimista, y que a pesar de todo y en plena escalada de despropósitos, siga prefiriendo las flores a las porras. Como la mayoría de catalanas y catalanes que en estos días han estado en la calle defendiendo pacíficamente y más allá de banderas e ideoloías su dignidad, y sobre todo: la democracia de todos, también la nuestra. Eso es lo que no se quiere entender.

Flores contra porras
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