viernes. 19.04.2024

El turismo, en su año más difícil

La seguridad del destino es un valor que cotiza al alza. No sé si podemos hablar todavía del turismo seguro como de un producto más, pero está claro que en el sector se habla ya del sello “COVID-FREE” como de una garantía para cualquier destino que quiera tener un mínimo de temporada este 2020.

 

 

No hay duda que el turismo a nivel global se enfrenta a su año más difícil, la pandemia mundial provocada por la COVID19 ha generado un parón global de los viajes, los ha dificultado como mínimo. Ha cerrado fronteras, aeropuertos y puertos, impidiendo el desarrollo de la actividad turística, que tiene en el viaje su razón de ser.  Ya en el siglo XIX se definía el turista como la persona que viaja por curiosidad y ocio, en el Dictonnare Universel du XIX siécle, en 1876. No hay duda que la humanidad seguirá teniendo necesidad de ocio y una curiosidad insaciable. Volveremos a viajar y volverá el turismo, pero, ¿Cómo lo hará?

 

 

Las voces más autorizadas del sector turístico creen que la recuperación de los niveles anteriores de negocio será lenta, el propio CEO de Melià, Gabriel Escarrer, afirmaba en un reciente artículo que el turismo tendrá una curva de recuperación más prolongada que otros sectores, y esto se deberá a la dificultad de recobrar el nivel de viajes, de recuperar la confianza en los medios de transporte y en los alojamientos, que tendrán que dar suficiente garantía de seguridad, desde un punto de vista sanitario.

 

Esto comportará, previsiblemente, que lleguen menos viajeros, esta temporada sin duda, y que sean más exigentes con el destino que han escogido. Menos y más exigentes, esperando adecuadas medidas higiénicas, un control de la salud que solo se podrá ofrecer a través de la tecnología y de sistemas homologados a nivel internacional.

 

Además, valorarán que haya menos masificación, porque sabemos que la distancia física, la distanciación social como se llama habitualmente, se convertirá en una parte normalizada del trato con otras personas a partir de ahora. Así un destino masificado no resultará atractivo. Este viajero, muy posiblemente, sea también un turista responsable, consciente de las condiciones que marcarán su periodo de ocio.

 

 

Este panorama representa un gran reto, sin duda, para el propio sector, que tendrá que adaptar su oferta a esta nueva realidad. Los espacios comunes tendrán que ser forzosamente más amplios, tendrán que existir protocolos de actuación (el ministerio de Industria, Comercio y Turismo ya ha publicado amplias guías elaboradas por la ICTE para la reducción de contagios por la COVID19), se valorarán las certificaciones sanitarias.

 

Tendremos que garantizar también una adecuada formación y reciclaje de los trabajadores de la hostelería, que siempre han sido para la marca Mallorca un elemento de calidad en la oferta de nuestro destino, y de los que no tengo duda que demostrarán la misma profesionalidad que siempre nos ha permitido superar los momentos de crisis.

 

¿Y que puede hacer el sector público para apuntalar la adaptación del sector este futuro diferente que nos espera? Al nivel más macro tenemos que hacer referencia a las medidas que la Unión Europea pueda poner en marcha.

 

En este sentido el Comisario de Mercado Interior, Thierry Breton, reclamaba una cumbre sobre el turismo y alrededor del 20% del “Plan Marshall” europeo frente a la COVID19. El papel de Europa será, además, clave en la recuperación de la conectividad, sin la cual, la actividad turística, el viaje por ocio y curiosidad que decíamos antes, no será posible.

 

Afortunadamente vemos en los medios como se va avanzando en diferentes ideas para retomar la conexión segura entre los países europeos. Los Gobiernos de los estados, por su parte, han tomado medidas desde el primer momento para garantizar la seguridad de los puestos de trabajo.

 

Los ERTEs han sido una importante medida para frenar la previsible destrucción de puestos de trabajo que se hubiera podido producir, y los diferentes gobiernos han entendido que, en cuanto al sector turístico. No se puede limitar su efectividad a la vigencia de las medidas extraordinarias como el estado de alarma español, que ya ha prorrogado los ERTEs a la fuerza mayor hasta 30 de junio, en el caso de la República Francesa ya han prorrogado sus medidas de paro parcial para trabajadores del turismo hasta el mes de septiembre.

 

Los gobiernos, tanto estatales como regionales, e incluso locales, tendrán que tomar medidas para facilitar que el sector turístico, en su sentido más amplio (no solo la oferta de alojamiento sino también la de restauración, ocio, etc…) se adapte a las nuevas necesidades. 

 

Así cobran sentido medidas que faciliten la modificación de espacios, como está impulsando el Govern de les Illes Balears, así cómo también la formación del personal a todos los niveles, o ayudas especiales para las empresas más pequeñas, trabajadores por cuenta propia, autónomos, microempresas, que tendran necesidad de liquidez, y puede ser necesiten ayuda pública en forma de subvenciones, ayudas para condicionar su oferta a las exigencias de este nuevo tiempo.

 

En todo caso, no podemos obviar que la situación provocada por la COVID19 nos obliga a reflexionar sobre el modelo de turismo que hemos tenido hasta ahora y el que vamos que tener, en especial en las Illes Balears, para las que se abren algunas oportunidades para impulsar la diversificación del modelo económico que podremos abordar con un poco más de convicción, siempre teniendo en cuenta que la recuperación económica de las Islas pasa, necesariamente, por el turismo, aunque sea un modelo turístico diferente.

 

El turismo, desde el momento que dejó de ser privilegio de unos pocos para convertirse en un fenómeno socio-económico masivo, uno de los más importantes del siglo XX, transformó por siempre jamás la realidad de las Illes Balears.

 

En Mallorca pensar en un año 2020 sin temporada turística parecía hasta hoy ciencia ficción, fruto de una distopía más propia de una novela que de un artículo de actualidad, inimaginable y no deseable por las evidentes consecuencias económicas y sociales que tendria.

 

Porque este panorama no lo hemos visto en las Islas desde la posguerra civil, desde los tiempos del aislamiento de España que había destruido el incipiente turismo de los años 20 y 30. Fueron en los años 50 del siglo pasado cuando las autoridades de la dictadura, al mismo tiempo que conseguían un mínimo reconocimiento internacional, empezaron a ver en el turismo un motor económico.

 

Precisamente en 1951 se celebró la primera Asamblea Turística de Mallorca, y una década después, el 1960, ya se contaban 360.000 visitantes, alrededor de 40.000 camas, 600.000 pasajeros que llegaban al aeropuerto de Son Bonet. ¿Son imaginables las cifras de 1960 en esta temporada? Dependerá de como evolucionen las próximas semanas. Ser capaces de convertir Mallorca, las Illes Balears, en sinónimo de turismo seguro, será la mejor garantía para recuperar una temporada de verano que nos tenemos que resistir a dar por perdida.

 

Eso sí, cuando hablamos de turismo seguro tenemos que pensar que es en una doble vía, el residente en Balears no puede ver con desconfianza la llegada de turistas, pensando que si se mueven sin controles en los aeropuertos de origen y sin controles en los aeropuertos de entrada en las Islas, pueden constituir un peligro de nueva oleada de contagios de coronavirus.

 

Es fundamental poder dar las máximas garantías de seguridad a los ciudadanos de Balears. No podemos recibir a los visitantes con miedo. Generar rechazo social hacia la actividad turística en un momento tan delicado y en el que el futuro de tantas familias trabajadoras puede depender de que se creen estos “corredores seguros” porque puedan llegar visitantes

 

Recordemos que la Organización Mundial del Turismo cuando se refiere a Turismo Sostenible habla siempre de tres vertientes: medio ambiental, económica y socio-cultural, y esta última implica el grado de aceptación que tiene la actividad turística entre la población que recibe a los visitantes. La aceptación pasa, hoy, necesariamente por garantizar la seguridad también en la población residente del destino.

 

Ahora es el momento de prepararse para superar todas las dificultades que brevemente hemos descrito, después llegará el momento de la promoción de la marca, de nuestro turismo seguro, del destino en definitiva, donde se puedan seguir disfrutando experiencias únicas, no solo en la playa, sino con la bicicleta, con la cultura y patrimonio, o la gastronomía de las Islas,…

 

De momento nos toca prepararnos, y al futuro visitante, tal como hacía la campaña de promoción del Consell de Mallorca, recordarle que “no puede viajar, pero puede soñar”.

 

También nosotros soñaremos en que podemos superar las actuales dificultades, como han hecho siempre los profesionales del turismo de nuestras Islas, desde los emprendedores a los trabajadores, superando todas las crisis, todas las dificultades, que después de 70 años ha vivido esta tierra, superarlas una vez más y salir más fuertes y, esta vez, también más sostenibles.

El turismo, en su año más difícil
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