Hace unos días tuve la oportunidad de participar en el Madrid Retail Congress; una gran cita del comercio a nivel nacional en la que se analizó el presente pero sobre todo el futuro del sector. En estas jornadas quedó muy claro cual es el camino que debe trazar el pequeño comercio si quiere mantener su espacio propio y también su personalidad.
El pequeño comercio tiene que ser consciente de que ya no basta con la presencia física. Debe tener una presencia virtual bien construida y no hablamos solo de tiendas virtuales o del denominado 'ecommerce'. Nuevos sistemas como la: web, el mailing o las redes sociales deben formar parte de una nueva estrategia de venta que, puede estar al alcance de todos.
Ahora bien, tampoco se debe pasar por alto que la proximidad es fundamental. El hecho de tener puertas abiertas hacia la calle para todos nuestros clientes tiene que ser nuestro gran valor. Este valor tiene que venir refrendado por la vocación de servicio y por la voluntad de ofrecer siempre calidad.
Llegan nuevas tendencias al comercio, nuevas maneras de plantear el negocio y con ello nuevas oportunidades que no ofrece precisamente internet. La imaginación debe ser el arma más poderosa para un comerciante. A su vez esta de se debe apoyar en conocer el producto y sobre todo al cliente y sus costumbres.
Debemos empezar a plantear los horarios, las ofertas, los productos en función de lo que demanda el cliente y no al revés. Debemos cubrir las necesidades de la gente que nos visita y debemos ser los mejores en hacerlo.
No es para nada una tarea fácil pero es un ejercicio de revisión imprescindible que tiene que hacer todo el sector para ser más competitivo y para aumentar su rentabilidad. Por encima de todo ello la ilusión ha sido, es y tiene que ser nuestro principal motor y esta ilusión tienen que percibirla nuestros clientes. Esta ilusión nos aproxima a ellos, nos diferencia. Nos hace ser únicos.
