viernes. 19.04.2024

El ladrillo ha arrasado con todo en la costa española, pero aún quedan hábitats naturales sin alterar.

 

Greenpeace ha realizado una selección de diez de las playas naturales más amenazadas por la urbanización masiva en la costa entre las cuales se encuentra la Playa de Son Real en Santa Margalida. Además el listado se completa con las playas de Gaspar (Barcelona), Cala Mosca (Alicante), Playa de la Cola (Águilas, Murcia), Playa de El Palmar-Castilnovo (Cádiz), Playa Matas Blancas (Fuerteventura, Las Palmas), Praia de Liméns (Pontevedra), Playa de Tranqueru (Asturias), Playa Rosamunda (Cantabria) y Playa de Azkorri (Euskadi).

 

La Playa Son Real junco con la playa Margalida forman un ecosistema costero único de gran valor que alberga hasta cinco tipos de hábitats diferentes incluídos en el Inventario Nacional de Hábitats Naturales de España, entre otros: matorrales mediterráneos, sabinares sobre dunas, vegetación efímera sobre desechos marinos acumulados, bosques de algarrobos y estepas de gramíneas.

 

Aunque el suelo está catalogado como rústico no urbanizable por el PGOU del municipio de Santa Margalida, el ecosistema no está protegido oficialmente, por lo que el área es muy vulnerable dada la gran presión turístico-residencial del archipiélago.

 

Y es que según el informe A Toda Costa 2019, elaborado por la organización ecologista en colaboración con el Observatorio de la Sostenibilidad, el 22,2% de los hábitats naturales de la costa española se ubican fuera de las figuras de protección de la naturaleza.

 

El estudio pone este año el foco en las áreas naturales que todavía quedan en la costa española tras la urbanización masiva de las últimas décadas y en las amenazas que enfrentan. En total, en España hay 519.000 hectáreas (5.190 kilómetros cuadrados, una superficie ligeramente superior a la de La Rioja) de ecosistemas de gran valor pero carentes de protección, de los que un 56,9% han sido catalogados de interés comunitario por la Unión Europea y un 28,8% como prioritarios para su conservación.

 

El informe de Greenpeace concluye que es necesario un mayor esfuerzo de las políticas de protección de la biodiversidad y reitera la urgencia de las actuaciones sobre el litoral. Hay extensas áreas de hábitats naturales que necesitan ser protegidas antes de que puedan verse afectadas por la urbanización. Además, para revertir la tendencia de pérdida de biodiversidad, los esfuerzos deberían complementarse con la restauración de áreas degradadas, especialmente la recuperación al dominio público de las zonas privatizadas ilegalmente.

 

“Al actual contexto de pérdida de biodiversidad mundial, en el que la primera causa de extinción de especies es la artificialización del suelo, se suma el resurgir actual del desarrollo urbanístico en la costa, por lo que hemos de poner en valor la biodiversidad que aún no ha sucumbido al ladrillo antes de que sea demasiado tarde”, puntualiza Nuche.

Son Real, entre las playas naturales más amenazadas por el ladrillo en España