viernes. 29.03.2024

 

Miles de turistas visitan Grecia cada año para conocer lo que queda de su esplendoroso pasado: la Acrópolis de Atenas, la antigua Olimpia o Delfos son algunos ejemplos, aunque son muchas las historias que quedaron congeladas en el fondo del mar y que la mayoría de los viajeros se pierden debido a las restricciones al submarinismo.



Grecia es el segundo país de Europa en longitud costera, por detrás de Noruega, cuenta con 9.000 islas y su posición geográfica históricamente ha colocado a este país en el centro de las rutas comerciales transmediterráneas, lo que se traduce en una cantidad sorprendente de naufragios y reliquias en el fondo del mar Egeo.



Hasta hace diez años la práctica del buceo estaba muy restringida en Grecia por miedo al robo de antigüedades, lo que provocó una fuga de potenciales turistas al Mar Rojo, Egipto o Israel.



En 2006 la Unión Europea (UE) pidió que se eliminaran estas restricciones excepto en zonas concretas donde se hubiera probado la existencia de restos arqueológicos.



Con los años Grecia, sumida en una crisis económica que ha provocado una tasa de paro por encima del 20 % y que roza el 50 % entre los más jóvenes, depende más que nunca del turismo.



El mar es uno de los mejores activos de Grecia, y aunque parezca mentira, aún queda mucho por explotar en él para aumentar la llegada de turistas, por lo que el reto está en hacerlo de manera sostenible y asegurándose de que no resulte en un expolio.



La propuesta de algunos organismos, como el Instituto Griego de Arqueología Marina, es la creación de parques arqueológicos submarinos, que permitiría que el público visitara zonas de interés arqueológico que hasta ahora han estado cerradas, pero con supervisión.



Desde este organismo están promoviendo la apertura de uno de estos parques al sur de Ática para el buceo recreativa, concretamente en Lavrio, a una hora de Atenas, y desde ahí se visitarían hasta siete naufragios en grupos pequeños, acompañados de un arqueólogo o un vigilante de seguridad.



En esta zona hay una gran concentración de naufragios ya que forma parte de la ruta marítima histórica entre Oriente Medio e Italia, por lo que no solo se podrá bucear entre los barcos hundidos, sino también apreciar el cargamento que se perdió con ellos, aunque siempre respetando la zona y sin tocar ningún objeto.

 



Yorgos Kutsuflakis, director del proyecto arqueológico de Evia, propuso esta idea a las autoridades regionales hace meses, con la intención de ponerlo en marcha a principios de este verano, aunque la lentitud en la toma de decisiones ha dejado muchos detalles por definir.

 



"Tendremos que esperar a la siguiente temporada para abrir la zona al buceo recreativo", dijo Kutsuflakis durante la presentación.

 



Otro proyecto, en el oeste de Grecia central, es la creación de un museo de esculturas bajo el agua en el golfo de Volos, ideado por el equipo de Ictiología y Medio Acuático de la Universidad de Tesalia, que pretende recuperar la vida marina de la zona y fomentar el turismo al mismo tiempo.



En Grecia, aunque prohibida, se ha usado tradicionalmente la pesca con explosivos, técnica que, además de peligrosa para quien la practica, destruye el hábitat submarino, especialmente los arrecifes de coral.



El grupo de la Universidad de Tesalia quiere construir con estas estatuas un arrecife artificial temático, colocando cien esculturas inspiradas en la mitología de la región, que incluye personajes como Jasón y los argonautas o los centauros.



Se utilizaría cemento y un sustrato para cultivar microorganismos donde se asienten esponjas marinas, algas, estrellas de mar y, con el tiempo, otras especies de coral y de peces, con lo que progresivamente la biodiversidad de la zona aumentaría en detrimento de la forma original de las esculturas.



Los impulsores del proyecto quieren financiarlo por completo con donaciones particulares a través de la plataforma, micromecenazgo Generosity, y crear dos arrecifes diferenciados, uno abierto al público y otro dedicado a la investigación universitaria.



"Vamos a monitorizar el desarrollo del arrecife durante tres años, recolectando datos relacionados con el impacto de los submarinistas en el arrecife, pero también sobre el de este tipo de turismo en un área metropolitana como Volos", dijo Alexis Lolas, coordinador del proyecto.



Grecia, que ya ha abierto la temporada alta turística, está en el momento perfecto para replantearse qué tipo de industria y servicios quiere potenciar.



Trabajar a largo plazo y de forma sostenible con el medio ambiente y las raíces históricas es un camino más difícil, pero sin duda enriquecedor para el país heleno, y atraer submarinistas forma parte de ello.

 

Parques arqueológicos submarinos, la apuesta griega para el turismo