viernes. 19.04.2024

 

El turismo cultural y religioso ya mueve en las Islas Baleares más de dos millones de personas al año. El turista cultural ofrece además un perfil de gran interés para centros turísticos como las Islas Baleares, pues se trata de un visitante, según datos de Familitur, de mediana edad, que viaja en familia, que se aloja en hoteles de 3 y 4 estrellas y con un gasto medio de entre 150 y 200 euros por persona y día, que casi supone el doble que otros turistas como los de sol y playa.

 

"Es un turismo, además, que permite desestacionalizar, puesto que los puntos de interés, como iglesias y catedrales, están ahí los 365 días al año y no dependen de las condiciones climatológicas, como sí pasa con el sol y playa", apunta Pere Muñoz, que organiza los próximos días 12 y 13 de noviembre unas jornadas de Turismo Religioso en el Santiario de Lluc.

 

Para el turismo religoso y cultural, el reto no es traer más turistas a las Islas Baleares, sino 'explotar' a los que ya vienen: "Nuestra obsesión es más aumentar el gasto que el número de turistas. Tenemos que lograr que los turistas consuman otros bienes además del sol y playa. No tenemos que ir a Dinamarca, sino que darles a conocer la cantidad de oferta complementaria a los que ya vienen", asegura Muñoz.

 

Para Muñoz, "ya tenemos oferta, pero nos falta producto. Es decir, nuestra oferta de turismo religioso y cultural se debe estructurar como un producto. Hay que promocionar mejor la oferta, funcionar en red con los operadores turísticos, hoteles, turoperadores y estos espacios visitables. La relación entre ellos debe estar bien engrassada".

 

Otra de las grandes ventajas que ofrece el turismo cultural es que no sólo favorecerá a los grandes núcleos turísticos, sino prácticamente a todos los municipios de Baleares: "¿Qué municipio no tiene una iglesia, o un convento? Esta apuesta puede favorecer a todos los municipios", señala Muñoz, que añade que "pensemos en el centro histórico de Palma: ¿cuántos conventos e iglesias hay? Muchos de ellos están cerrados. Sólo con eso podemos establecer importantes sinergias con hoteles y restaurantes".

 

El organizador de estas jornadas pone como modelo a La Rioja: "Allí se dieron cuenta de que las bodegas podrían ser mucho más que bodegas. Y, sin dejar de lado la principal actividad, que era la producción de vino, comenzaron a convertir a las bodegas en puntos turísticos, a crear visitas guiadas, merchandising, rutas del vino..., convirtiéndolo en mucho más que en puntos de producción de vino".

El turismo religioso mueve dos millones personas al año en Baleares
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