miércoles. 24.04.2024
CRÓNICA

El tímido regreso de los turistas

España ha abierto sus fronteras tras 98 días de restricción a la movilidad por el estado de alarma

El aeropuerto está muy cambiado desde marzo, cuando albergó a sus últimos turistas: está prácticamente vacío y totalmente señalizado contra el coronavirus con marcas, carteles, o advertencias por megafonía; los bares y restaurantes están cerrados, y las despedidas o los reencuentros se tienen que producir fuera, ya que al interior solo se puede acceder con un billete de avión.

Con el primer domingo del verano ha llegado la 'nueva normalidad' para el conjunto de España y la apertura de las fronteras comunitarias y del espacio Schengen en aeropuertos como el de Barajas, que recupera tímidamente parte de su actividad y el tránsito de turistas tras la eliminación de las cuarentenas.

 

España ha abierto sus fronteras tras 98 días de restricción a la movilidad por el estado de alarma, motivados por el coronavirus y en esta jornada 100 de las 650 operaciones en la red de aeropuertos provendrán de la Unión Europea (UE) y el espacio Schengen.

 

El aeropuerto madrileño ha recibido sus primeros vuelos turísticos a primera hora de la mañana: de los 40 vuelos que aterrizarán en Barajas a lo largo del domingo 18 serán internacionales, y también habrá otras 40 salidas desde España al resto del territorio nacional y de la Unión Europea.

 

Los motivos de los primeros pasajeros tras el estado de alarma son muy diversos: Elena viaja a Holanda para coger un vuelo humanitario hacia Panamá; Jaime se va a Menorca por trabajo, así como Diego, que ha conseguido un nuevo empleo en Londres y desea comenzar allí una nueva vida, por lo que espera una apertura de fronteras definitiva.

 

El aeropuerto está muy cambiado desde marzo, cuando albergó a sus últimos turistas: está prácticamente vacío y totalmente señalizado contra el coronavirus con marcas, carteles, o advertencias por megafonía; los bares y restaurantes están cerrados, y las despedidas o los reencuentros se tienen que producir fuera, ya que al interior solo se puede acceder con un billete de avión.

 

"El aeropuerto está muy vacío, es muy extraño, no tienes nada abierto, ninguna cafetería, si quieres un café tienes que salir a una máquina que hay fuera", afirma Aurelia, que vuelve a su país de origen, Rumanía, después de 10 años viviendo en Alicante.

 

"Me voy porque es mi oportunidad de cambiar de trabajo y poder hacer lo que siempre me ha gustado, ser maestra", señala Aurelia, a quien le han cancelado tres vuelos desde el 7 de junio, hasta este domingo, cuando por fin ha conseguido el de repatriación -Rumanía ha extendido un mes más el estado de alarma, por lo que los únicos vuelos que salen hasta el 17 de julio son para repatriados-.

 

Esperando a los primeros turistas desde las cinco y media de la mañana se mantiene una hilera de taxistas: al mediodía muchos no habían realizado todavía su primera carrera. 

 

Miguel es uno de ellos. "No hemos cargado aún, vienen pocos vuelos y utilizan otros medios o vienen muchos familiares a recogerlos. Hoy está la cosa un poco floja, esperemos que la semana que viene vengan más vuelos y más gente, sino tenemos la ruina encima", lamenta.

 

Como él, están Tomás o Ángel, que asegura que la espera está siendo "bastante dura" y además está preocupado porque este domingo hay 7.000 taxistas operativos pero a partir de mañana comenzarán a trabajar el 100 % de los taxistas madrileños.

 

"Veremos si hay trabajo para todos o estamos en la calle sin hacer nada", lamenta.

 

Las puertas de entrada al aeropuerto comienzan a llenarse de familiares y amigos poco antes de la llegada de otros dos vuelos, uno de Bruselas y otro de Londres.

 

En el de Bruselas viene José "por trabajo" y después de "mucho tiempo". Cuando llega se declara "sorprendido" porque no ve "ningún control, el vuelo iba lleno y no había distancia de seguridad".

 

Walter es belga y después de cuatro meses se va a reencontrar con su pareja, y comenta que en el vuelo ha visto "mucha gente" y, aunque le han hecho rellenar un papel -la declaración responsable del viajero-, no le han tomado la temperatura -la toma la realiza un sistema de cámaras termográficas que muchas veces son imperceptibles-. Alejandra, que viene también de la ciudad belga de Amberes, afirma que sí le han hecho un control de temperatura pero asegura que el control está "más relajado" en Madrid que en Bélgica.

 

Los viajeros van saliendo a cuentagotas, y mientras los periodistas son los principales ocupantes del interior del aeropuerto, en el exterior las familias y amigos hacen que Barajas se parezca un poco a lo que era antes. A las puertas están Carmen y Jorge con sus hijos Alberto y Claudia.

 

En la familia, que viene de Granada, solo falta Javier, a quien esperan impacientes después de un año sin verlo, ya que este joven de 16 años se fue el 17 de agosto del año pasado a estudiar a Michigan (EEUU) y desde entonces no ha visto a su familia.

 

Lo que no sabe es que lo esperan ataviados con camisetas con la enseña de su instituto, la bandera de su equipo favorito, banderines de España y globos con corazones, un recibimiento a lo grande que se produce entre lágrimas y abrazos una vez que el joven sale por la puerta.

 

Las lágrimas tampoco faltan en las despedidas, caso de María Gracia y Francesco, que son pareja desde hace cinco años. Francesco está trabajando en Irlanda, y hace unos días pudo volver a España a ver a María Gracia después de cinco meses sin verse por el coronavirus, pero hoy tienen que volver a despedirse.

 

"Ahora va a ser más fácil vernos porque poco a poco hay más vuelos, estamos volviendo a la normalidad y ya podrá venir un poco más seguido, una vez al mes como mínimo", afirma la joven con los ojos cristalinos después de otra difícil, aunque esperemos que no tan dura, despedida.

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