Cuando leemos «sin gluten» en la etigueta de un paquete de leche fresca o en unas hortalizas, estamos ante un caso de marketing engañoso. Esto se debe al hecho que «ni la leche, ni las hortalizas, ni otros muchos productos frescos como la carne o los huevos contienen gluten de una manera natural», explica Aida Serra, profesora colaboradora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
Se trata, además, de una práctica contraria a la legislación actual. La ley obliga a indicar la presencia o ausencia de gluten en algunos alimentos determinados que son susceptibles de llevar, dado que es una información clave para las personas celiacas.
Estas prácticas, además, pueden inducir a la confusión las personas afectadas por la dolencia celiaca, la intolerancia al gluten o la alergia al trigo, que son dolencias diferentes:
-Celiaquía: ntre el 1 y el 2% de la población europea está afectada, una dolencia autoinmune en la que las proteínas del gluten provocan una atrofia severa de la mucosa del intestino delgado en las personas afectadas, que los impide la absorción de nutrientes.
-Intolerancia al gluten: las personas intolerantes al gluten, es decir, que sufren una sensibilidad al gluten no celiaca, tienen síntomas similares que los celiacos, pero no se ha observado una reacción autoinmune al ingerir alimentos y, en su caso, la absorción de nutrientes no está comprometida a causa de un daño en la pared intestinal. El diagnóstico de esta intolerancia es difícil, porque todavía no hay biomarcadores y se basa solo en descartar la celiaquía. Se estima que puede afectar hasta diez veces más personas que la dolencia celiaca.
-Alergia al trigo: estas personas tienen una reacción alérgica que se limita al trigo. «Las personas alérgicas al trigo tienen que hacer mucha atención, también, a los medicamentos, puesto que algunos pueden contener gluten, sea en el principio activo o bien en los excipientes. Es muy importante que las personas afectadas lean bien el prospecto y también que se aplique en todos los casos la normativa actual, que obliga que se detalle la presencia de gluten en los medicamentos», explica Anna Bach, nutricionista y profesora, también, de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC.
«Los celiacos tienen que evitar el gluten completamente, mientras que algunas personas con intolerancia al gluten, las cuales sí que pueden presentar niveles de intolerancia diferentes, pueden ingerir pequeñas dosis de este nutriente. Es el mismo que sucede con la intolerancia a la lactosa», explica Aida Serra.
Por este motivo, en el etiquetado hay que distinguir tres tipos de alimentos:
Loa genéricos son que de una manera natural no contienen gluten y, por lo tanto, no se tendría que mencionar este hecho al hashtag. Es el caso del agua, la leche, las verduras, las hortalizas, las legumbres, la carne y el pez frescos y los huevos.
Los convencionales son los que se pueden fabricar sin gluten, pero que también podrían contener. Son, por ejemplo, los postres o los productos cocinados con salsas y otros condimentos. «El vinagre de Módena, el surimi, las verduras precocinadas o la salsa de soja pueden llevar gluten», explica Anna Bach. Estos alimentos tienen que llevar claramente la indicación «sin gluten» en caso de que contengan menos de 20 mg/kg.
Los específicos son los alimentos que de una manera natural contienen gluten, pero la industria los ha reformulado para eliminar estas proteínas y hacer que sean aptas para celiacos. Esta adaptación se puede hacer en la pasta, el pan o algunas bebidas, y es imprescindible que estos alimentos contengan la indicación «sin gluten».
Así, pues, los usos abusivos de la eqitueta«sin gluten», en lugar de contribuir a la información del colectivo de celiacos, pueden llevar a la creación de mitos y confusiones. Las motivaciones de esta práctica pueden ser comerciales, puesto que los últimos años se ha extendido la creencia que una dieta sin gluten es beneficiosa para cualquier persona.
Aun así, esto solo es así para las personas que sufren celiaquía, intolerancia o alergia al gluten. «Para una persona sana, una dieta libre de gluten no tiene ningún beneficio. Se puede prescindir, porque no es un nutriente esencial, pero no comporta ninguna mejora por sí misma», explica la profesora Aida Serra.
Hay que combatir mitos como por ejemplo que el gluten engorda, puesto que los productos sin gluten a menudo incorporan grasas añadidas que comportan una aportación de calorías más grande. Eso sí: el cambio de una dieta con muchos alimentos industriales, como por ejemplo las galletas o la repostería, a otra de basada en alimentos frescos, como por ejemplo la fruta y las verduras, sí que puede ayudar a perder pes, a pesar de que la presencia o ausencia de gluten no tenga nada a ver.
