Corría el año 1937 cuando el bisabuelo de Maria Antonia y Sebastiá Pastor, cansado de trabajar para otros en la viña se aventuró a crear un pequeño celler en Santa Maria que aún hoy, tres generaciones después sigue funcionando, con renovadas y modernas instalaciones pero con la filosofia de siempre; el respeto al terreno, a la viña y a la tradición.
Así trabajan los hermanos Pastor en la bodega familiar ubicada en la Denominación de Origen Binissalem y que mantiene como una de sus principales señas de identidad el hecho de mantener la venta de vino a granel. En este caso, no es una simple anécdota como puede ocurrir en otros cellers. Y es que el 70% del vino que se produce se vende bajo este formato, años atrás muy popular en toda Mallorca pero que ha retrocedido ante el avance de la producción moderna embotellada.
Maria Antonia Pastor, asegura, eso sí, que "en los últimos años estamos potenciando más la linea embotellada para llegar a un público jóven y a los supermercados y cadenas de distribución". En este momento la bodega produce unas 30.000 botellas anuales y poco a poco va creciendo en producción pero de forma serena y moderada.
Pastor asegura que "el vino a granel es un buen producto y con una buena calidad. No es ni mejor ni peor que el vino embotellado simplemente diferente. Hay público para todo".
En cuanto a la manera de trabajar Pastor defiende, como otros pequeños cellers, que la mejor opción es la de producir un vino adaptado a la tierra y a lo que esta ofrece pero siempre siendo fieles a las variedades propias como el Mantonegro o el Premsal Blanc, a las que se dan toques con otras variedades para enriquecerlas y darles más vida. Así trabajan las 10 hectáreas de terreno que explotan y así quieren seguir creciendo sin perder las raíces de su producto.
Eso sí, en esta bodega no ocultan su preocupación por lo que consideran un crecimiento excesivo del sector vitícola en Mallorca. Creen que desde las administraciones se tendrían que dar más facilidades y ayudas a negocios como el suyo de tipo familiar y defender un modelo de producción ordenado y sostenible para evitar en el futuro bajadas de precio y que el sector deje de ser competitivo por saturación.
A pesar de ello Pastor asegura que el vino mallorquín aún tiene mucho camino por hacer y que para ello tiene que tener el apoyo del sector turístico y de la restauración. Los hoteles y restaurantes tienen que creer aún más en el vino local.