sábado. 20.04.2024

El águila pescadora es una de las aves de rapiña más escasas de todo el Mediterráneo, en la segunda mitad del siglo pasado sufrió una gran recesión y se convirtió en la especie más amenazada de todo el Estado: desapareció de las costas de la Península Ibérica, de gran parte del litoral de las Baleares, de Cerdeña y de otras islas. Solamente se mantuvo una pequeña población en la costa norte de Mallorca y en la tramontana de Menorca, en la isla de Córcega y en la costa de Marruecos.

 

Los dos factores que más han afectado a las águilas han sido la persecución directa y la electrocución. Hasta los años setenta, era relativamente frecuente que las grandes águilas recibieran disparos y, en algunas zonas, los nidos eran expoliados como curiosidad o para comerse a los polluelos. Un factor todavía más insidioso es la electrocución: las águilas suelen posarse en torres eléctricas, y muy a menudo lo hacen mojadas, después de pescar, con un riesgo muy elevado de morir electrocutadas.

 

En 2007 el Gobierno aprobó un plan de conservación de la especie para fortalecer y dar continuidad a varias actuaciones de protección que habían sido establecidas desde los años ochenta, tanto por la Administración como por las ONG de conservación. Se ha trabajado para asegurar el respeto hacia la especie, la protección efectiva de las zonas de cría y de pesca y, especialmente, la corrección de puntos peligrosos para la electrocución de las aves. Un convenio entre el Gobierno y ENDESA ha permitido aislar, en beneficio de varias especies, 1.103 puntos peligrosos en todas las Baleares.

 

La evolución de la situación de conservación de la especie en el Mediterráneo ha sido muy positiva: la población balear, que había llegado a un mínimo de once parejas en los años ochenta, ha pasado a veinticuatro en la actualidad y se han recuperado zonas de nidificación en Cabrera, la costa de Artà y Calvià. En Córcega pasó de tres parejas en 1974 a una treintena en la actualidad. Solo en Marruecos y Argelia la evolución de los últimos años es negativa, y la especie ha perdido el 20 % de puntos de nidificación. Por otra parte, en Andalucía se ha empezado un programa de reintroducción y actualmente nidifican allí las primeras parejas.

 

La gran noticia se ha producido este año en la isla de Ibiza: en un acantilado marino que no es conveniente precisar una pareja ha puesto por segundo año consecutivo. El año pasado no hubo eclosión (cosa que suele pasar con aves inexpertas), pero este año un polluelo ha completado su desarrollo y vuela desde hace algunos días por la zona, donde conviene mantener el máximo de tranquilidad. Probablemente el animal emprenderá una fase de dispersión, que lo puede llevar hasta la península o el continente, pero la pareja está bien asentada y es el núcleo inicial para que se vuelva a extender por las costas de Ibiza, Formentera y algunos islotes. Vale la pena destacar que el nido en el que han criado las águilas está justamente donde habían nidificado por última vez en los años setenta del siglo pasado; el antiguo nido se había deshecho, y el personal de Medio Ambiente lo había rehecho para estimular el asentamiento de las aves, como ha sucedido, gracias a la financiación de la Fundación La Caixa.

 

El águila que se libera es un macho nacido en el año 2006, al que se marcó con un emisor y la anilla por el GOB el año 2008, que perdió más tarde. Fue recogido el 10 de julio, en el mar, delante del Barcarès, débil y con problemas de alimentación y plumaje. En el COFIB ha sido objeto de curas y se ha recuperado y se confía en que pueda adaptarse de nuevo a la vida en libertad.

 

El águila pescadora vuelve a nidificar en las Pitiusas
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