martes. 23.04.2024

A contracorriente de las recetas clásicas sobre dirección de empresas, Brian M.Carney e Isaac Getz proponen en 'Freedom' fomentar la libertad corporativa para que las empresas funcionen en estos tiempos de complejidad. Menos reglas y burocracia y más escuchar y empoderar a los trabajadores.

 

El doctor y profesor de la escuela de negocios ESCP de París, Isaac Getz, ha presentado en Barcelona este libro (Arpa editores), que recoge ejemplos reales (Harley-Davidson o Sun Hydraulics) como muestra de que "regar" un entorno laboral que libere el potencial de los trabajadores es más rentable que desplegar modelos de dirección basados en reglas y normas.

 

"Freedom no va sobre modelos de dirección, sino que explica una filosofía que no se enseña en las escuelas de negocio", asegura Getz, quien recurre constantemente a metáforas y al mundo del deporte, especialmente el fútbol, para razonar su apuesta por la "liberación corporativa".

 

Partiendo del hecho de que cada empresa son sus personas, con su gama de complejidades, y que por ello cada organización es diferente, Getz contrapone al modelo "mecanicista" del funcionamiento clásico de las empresas otro modelo "orgánico", en el que los directivos son más "jardineros" que ejecutivos.

 

"Los buenos jardineros no arrancan las raíces para que las plantas crezcan, sino que las riegan para que florezcan poco a poco", explica el profesor, quien cree que el gran error de los directivos es "dirigir para el 3%".

 

¿Y qué es dirigir para el 3%?: Se trata de poner normas para controlar a una minoría conflictiva: "Para controlar al 3% del personal se castiga al 97% prohibiéndoles una cosa más, transmitiéndoles el mensaje de que la empresa ya no confía en ellas".

 

Además, las normas crean burocracia y rutinas absurdas en las que trabajadores y cargos pierden el tiempo rellenando formularios para superar procesos para los que, de una u otra manera, siempre se acaban ideando otros procesos que permiten contrarrestarlos. "Y así -añade- aumenta la desconfianza. Y también los costes".

 

Frente a ello, la filosofía de la "liberación corporativa" aboga por "actuar sin actuar" y "sembrar la confianza". Pero, ¿y los aprovechados?". Para esa pregunta Getz pone el ejemplo de las limitaciones de velocidad en la autopista: "Si conduces durante una hora al máximo de velocidad permitido ¿de verdad que te adelanta todo el mundo? No. La mayoría de la gente lo respeta".

 

Reconoce el autor que una de las claves para impulsar esta filosofía bebe de la filosofía oriental del Tao de la no acción y la ausencia de dominio: "El buen jardinero nunca actúa sobre la planta, sino que crea el entorno para que crezca: el agua, los minerales...lo mismo pasa en las compañías".

 

Y de ahí la paradoja de que, para construir esta cultura, recomienda a los directivos "actuar sin actuar", una filosofía definida, según el libro, en que "el líder liberador se opone al mando y a la burocracia. Su propósito es asegurarse de que sean los empleados quienes resuelvan los problemas y procura ser prescindible. El burócrata, en cambio, intenta tratar los problemas y seguir siendo imprescindible".

 

Para los autores de "Freedom", la mejor manera de combatir el estrés laboral es dando a los trabajadores el control sobre su trabajo dándoles toda la información y no "racionando la comida". "Ese estrés nace de la pérdida de control sobre tu trabajo", asegura Getz", quien aboga por implicar también en esta cultura a los sindicatos, que, a su juicio, deben renovarse en estos tiempos.

 

Y, quizás influenciado por su paso por Barcelona, el autor hace referencia al Barça y a la filosofía de su escuela de fútbol para explicar cuál es la visión que las empresas deben transmitir a sus trabajadores.

 

"No se trata de ganar el próximo partido o la liga de este año, sino que el objetivo es jugar mejor que nadie y visualizar cómo nuestros niños mirarán el Barça dentro de diez años", resume Getz como la visión compartida que debe crearse en las empresas para garantizar su sostenibilidad en el largo plazo.

Isaac Getz: "El gran error de los directivos es dirigir para el 3%"
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